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10 de junio de 2013

Apocalipsis Revolución: los sueños del fin del mundo y una Nueva Tierra, por Solramus


Apocalipsis Revolución

    Como escribió el dramaturgo Calderón De La Barca: ”Los sueños, sueños son..." Sí, ¡Qué redundante tópico para expresar por añadidura que la vida es sueño...! Igualmente Cervantes, ingenio realista, afirmaba más generoso que “el sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas”. El poeta Lord Byron se arriesgó con una frase mucho más visionaria que las anteriores: Una sola idea durante el sueño es capaz de reunir años enteros y de concentrar en una hora la vida más dilatada.” Desde la más remota antigüedad se intuía la idea de que la positiva imagínación más vívida podía transformarse en realidad desde la base de la llaneza renunciante. Pero más allá de nuestras miserias, cuando se trata de extraordinarias pero inquietantes experiencias oníricas no alejadas tanto de la lúcida intuición como de la arcana a la vez que olvidada sabiduría, desearás asimismo sólo despertar... Por supuesto yo también lo afirmo sin complejos, dada la amarga situación actual donde nuestra humanidad se encamina hacia su inevitable destrucción y provocador castigo, inapelable ya a causa de la estupidez individualista en general como enemiga acérrima de la más poderosa mente colectiva. Considero entonces que yo tampoco debería reprimir por más tiempo experiencias reveladoras y...¡malditos los involutivos miserables de esas cagadas censuras! La siguiente novelita se basa en mis repetidos sueños de carácter apocalíptico concebidos hace mucho tiempo atrás, teniendo en cuenta que no pocos sueños nos revelan en realidad sacros secretos, nos transforman en navegantes de extrañas fantasías e intentan ocultarnos que son en realidad nuestros mejores profetas...

* * *

   Recuerdo aquel silencio fantasmal en la acogedora biblioteca del viejo Lucanor. Allí leí que era Thor, el apodado "Gigante Bueno" o el Diablo enviado por Dios, el verdugo encargado de castigar a los planetas del mal, aplastándolos a través de meteoritos como si se trataran de martillos que lanzaba con furia, con inesperada furia... Yo escogí al azar un libro especializado en mitología antigua y mi maestro lo interpretó como una mancia. En él se planteaba incluso que esta antigua deidad nórdica representada por la espina fatal se podría corresponder con el Lucifer, el portador de la luz, el lucero del alba o incluso con el mismo Cristo castigador al final de estos tiempos.Tenía por tanto el poder especial de atraer algunos asteroides como un potente imán y despedazar asimismo con su martillo cósmico grandes cometas. Así fue como una lluvia de luminosos bólidos procedentes de Apophis, aquella amenaza con el nombre egipcio de un antiguo gran demonio, cambió bruscamente su trayectoria y se precipitó de forma inesperada sobre la Tierra sembrando el caos y la confusión entre la gente. Tal vez a causa del descenso anómalo de la temperatura global. 
Sí... y cubriendo el cielo como si se tratara de un crepúsculo gris que clausuraba la última esperanza de muchos ciudadanos. Apophis fue entonces apodado por el populacho como la bestia asesina pero sus descubridores en 2004 ya le asignaron un número: 99942. Lucanor me hacía señas para que girara ese extraño calendario maya que él mismo había rediseñado y así se podía leer en él un bíblico 666 garabateado y en primer lugar otro número interpretado también al revés: 24... Todas las sumas posibles de esas cinco cifras me daban por entonces como resultado el 6. Yo me giré hacia él y le pregunté con más intuición que escepticismo:

-¿No te referirás mi honorable pendejo al 2024...?

   Y él, solícito, me contestó con un golpe seco en la mesa: ¡No carajo! Tal vez el 2014 o el 2029 sean mucho peores... ¿por qué no? Pero aún así llegará el venturoso día en que recordarás como yo también he escrito un nuevo once de Septiembre pero esta vez del año 2035.

   Fruncí el ceño ladeando la cabeza de un lado a otro y retirando la mano de mi barbilla le repliqué: “Pero... en los evangelios crísticos, en Mateo 24: 36 el gran Profeta Yeshúa asegura que del día ni la hora nadie sabe...”

   Mi sabio interlocutor con apariencia de enrollado pureta dejó de sobarse su frondosa barba de estilo Santa Claus. Poniéndome la mano firme en el hombro me dijo sonriendo:

-Del día y la hora nadie sabe pero muy probablemente del mes y del año sí. El velo de tu residual dogmatismo no te deja ver más lejos por tu propia inseguridad... ¡pedazo de cazurro! ¡Ni siquiera he mencionado el dichoso fin del mundo sino algo que en la noche de ayer no me dejó dormir...!

-Maldita sea ¿el qué...? ¿Acaso no existe algo más fuerte que la amenaza que extingue tu ilusión, de dormir para siempre...? -le interrumpí más que impaciente ante la imponente cascada de su voz y... desde luego... ¡cómo cascaba el vejete...!

-Fíjate bien en este calendario que tú aprecias tan raro... Lucanor cogió de nuevo su apergaminado cartel donde figuraba un aspectario plagado de rayas, combinación de mapas astrales, apuntes oníricos, símbolos y me lo restregó casi por los morros...

-¿Once de Septiembre del año 2001...? ¡Pero si ese fue el día de los autoatentados...! -dije elevando la voz fijando la mirada en sus ojillos entornados casi, casi fuera de sus órbitas- 

-Efectivamente, mi descarado pero estimado discípulo. Pero te descentraste al no reparar más. Pues ese fue el día en que el sufridor e inesperadamente lento Saturno, el ultrakármico planeta maestro de los saltos evolutivos se oponía con violenta intensidad al explosivo Plutón de los catárquicos inicios.... Ni siquiera fue una cuadratura generadora de arriesgadas tensiones sino una incompatibilidad perfecta. La peor de las inestabilidades se inclinó a favor de la peor de las conspiraciones... ¿entiendes ahora...?

-Sí, creo que sí... pero... ¿qué hay de los desmadrados gases del viento solar...? De eso rehúsas hablarme... ¿por qué...? Los espectáculos mediante gifs animados de las auroras boreales llenan con gran interés los weblogs y esto debería ser a su vez motivo de preocupación. No lo sé...

   Sí, por si esto fuera poco, mi primer sueño aún dejó fresca en la memoria las recurrentes noticias sobre aquellas potentes tormentas solares que un año y tres meses después dejaron hasta sin comunicación a dos tercios de la población mundial y por efecto de un violento electromagnetismo la mayoría creyó volverse loca.

   Recuerdo como Lucanor me enseñó la carta XVII del tarot: "L'étoile", la gran estrella rodeada de otras siete más pequeñas. Él me advirtió que este naipe basado en el libro sagrado egipcio del prolífico Thot formaba parte de una secuencia vaticinadora, de cómo simbolizaba la visita de estas peculiares estrellas que caerían del cielo, tal como advirtió el profeta nazareno. Anunciaba asimismo la llegada de una Nueva Era, la era de Acuario. Una era que él juzgaba a través de la figura de la joven medio desnuda como una larga etapa de fraternidad y regreso absoluto a la naturaleza. Un tiempo de reveladora armonía donde se decidió extinguir el imparable egoísmo de un mundo cruel basado en la ganancia absurda e individualista de dinero. Todos lo aceptaron así en un nuevo y pequeño gran entendimiento. Por otra parte, por el tono detectivesco de su voz parecía que intentaba relacionar este arcano mayor con alguna de las ilustraciones del libro perdido de Nostradamus y el indescifrable manuscrito de Voynich. De esa enigmática obra, plagada de dibujos en color así como garabatos entre mujeres y plantas, llegó a decirme como fue inspirado por seres extraterrestres e intraterrestres a lo largo de muchos sueños y que su contenido se explicaría cuando "ellos" nos visitaran al final de estos tiempos. El bibliotecario cerró el viejo volumen y un polvo nada agradable sacudió mis escépticas narices. En cambio, se acercó a mi y aún con su babita colgando me susurró emocionado al oido:

-Los seres intra... terrestres regresarán del centro como cadáveres que recobran la vida para buscar a los hostigadores...

   Yo le interrumpí muy asustado: "¿Cómo dices abuelito...?" Y él me enseñó con su mano medio temblorosa otro arcano mayor del Tarot que yo jamás había visto en mi vida y que figuraba con una extraña combinación cábalística del "árbol de la vida". Juraría que las pinturas a medio color parecían hechas a mano y representaban a unos monstruos parecidos a zombies de película de serie B. A continuación me trajo una de esas bolas de cristal con plasma adquirida en un bazar chino en período de rebajas y mientras puso sus arrugados dedos en ella me dijo de nuevo:

-Fíjate bien carajo... ¿ves todos estos rayos cómo se transforman en pequeños volcanes...? ¿y esas manchitas cómo se convierten en grandes erupciones solares...? Y yo más embelesado que él con aquel lindo juguete le contesté:

-¿No es usted un poco mayor para ir jugando con bolas...? Entonces de repente una luz entró por la claraboya e inundó toda la estancia, ni siquiera podía apreciar alguna sombra entre los miles de polvorientos ejemplares que nos acorralaban por doquier. Había entrado en un sueño más profundo. Ahora me hallaba en un flotante túnel del tiempo rodeado de ecos y más ecos que casi me empujaban a las siguientes escenas...

   Lucanor me agarraba del brazo izquierdo ondeando por ese inmenso espacio sideral donde podía contemplar un limpio firmamento abigarrado de estrellas aunque de repente todo, todo se oscureció... Continuamos volando a través de un largo pasillo donde creíamos que los siseos se transformaban en nubes. Sin apenas vislumbrar una pequeña luz al final nos envolvió inesperadamente un violento resplandor. Lucanor me dijo entonces: “Ahora cállate y escucha bien, pero trata de no mirar...” Se refería a ese relumbrón del cual parecía salir una voz grave de amplio tubo pero al mismo tiempo muy fugaz. Se podía entender perfectamente y expresaba: “Son estos y después de estos hay más...” Una imagen apareció frente a mi. La puedo evocar como una mesa redonda luminiscente de baja altura rodeada de una docena de individuos desnudos de ambos sexos que jugaban a las cartas... Sí, quise acercarme para reconocer de qué baraja se trataba, pero los dibujos se difuminaban cada vez más y más. Me sentí incapaz de no poder identificar al menos algún símbolo. Me sorprendió que ninguno de estos seres con gesto sereno cubría su cabeza con capucha y su edad rondaba alrededor de los sesenta años. La sala carecía de ventanas pero de un lado colgaba un cuadro con muchas pirámides iguales. Conté su número y eran once. De entre ellas destacaba un par de ojos azules, uno mucho más grande que el otro. En el techo se hallaba impreso un círculo más fosforescente todavía de apenas un metro de diámetro que marcaba con intensidad mortecina las sombras de esos rostros tan extraños. Uno de ellos, más alto y anciano, cogió en brazos a una mujer de intenso bronceado y pechos muy firmes a pesar de su edad, acostándola sobre la mesa. Ahora se perfilaba una silueta que invitaba a una especie de antiguo ritual celta. No lo sé, pero como todos a una acercaron sus manos sobre el cuerpo de aquella mujer sobándola con delicados masajes... Asimismo, se oía como cantaban un mantra de origen druida a juzgar por sus vocablos: RIM HEINE DIABHAL. No sé por qué pero quería echarme hacia atrás y en ese momento se abrió una puerta del mismo negro que la pared y entró un anciano algo rechoncho con pelo canoso muy liso. Me llamó la atención su rostro pues por momentos se transformaba en una bestia híbrida. Reitero que no se correspondía con un carnero sino mucho más bien una mezcla entre faz humana y semblante de otro mundo. Su mirada en cambio brillaba con un sutil reflejo tan pero tan seductor que Lucanor me advirtió asiéndome con fuerza del brazo. Sin embargo, yo sólo prestaba atención a aquel ser cuando se dirigía hacia la mujer que estaba tendida en la mesa y vi como se abalanzaba con brusquedad para pronunciar unas palabras que sonaban como a viejo trombón. Movía en remolino sus dedos muy largos y... la imagen se esfumó al instante entre una densa niebla olor a fresa...

   El abuelo de la barba blanca me apretaba con tanta fuerza del antebrazo que le miré con enojo. Él en cambio giró su cabeza con un rápido ademán para indicarme hacia el nuevo lugar al que nos dirigíamos, es decir una ciudad de edificios muy altos y formas curvas, muy curvas. Sus cristales sobresalían como placas solares aunque sentía frescor y el cielo iluminaba muy gris. Lucanor me habló de que en esa sofisticada urbe consiguieron agua a través de la destilación obtenida por el calor concentrado de sus grandes instalaciones fotovoltaicas. Sus numerosos reflejos iluminaban de forma suave las calles más oscuras. Su simetría me parecía tan hermosa y llena de armonía... El viejo sabio me hablaba de un antiguo método para acelerar la germinación ayudándose de sus cristales solares. Un método basado en la condensación de agua muy caliente y música binaural con frecuencias inaudibles para nosotros. Yo apenas acertaba a entender esa serie de mecanismos que intentaba explicarme pero me señaló hacia una farola de luz blanquecina muy intensa. Me comentó que funcionaba a través de un potentísimo generador con imanes al igual que los vehículos ahuevados que flotaban silenciosos a una decena de metros por encima de nosotros. Casi todo funcionaba con dinamismo electromagnético a excepción de una gran bombilla que según él se encendía con tímidas intermitencias gracias a la fuerza telequinésica de la población. Esa enorme lámpara indicaba asimismo la capacidad de unión colectiva y que si algún día se apagaba suponía el principio del fin de esa curiosa civilización. Los habitantes de esta singular metrópoli vestían de manera muy sencilla, con suave lino y entre casi todos ellos parecían conocerse bien, pues muchos de ellos se daban largos abrazos, decía Lucanor para mantener muy viva la gran lámpara que les iluminaba noche y día... Como si se tratara de una probable señal, tal vez fatídica señal que les advertía de su falta de amor o armonía. Si la energía positiva de aquella población disminuía se verían abocados a un posible desastre, devueltos a la ignorancia de las tinieblas y la gran Luz Metropolitana como un piloto maestro les mostraba sus carencias. En ese prado de edificios ovalados yo te digo que no vi policía o guardia por alguna parte sino algo parecido a nuestras pequeñas webcams en los lugares donde se ofrecían regalos en forma de donaciones. Ni siquiera encontré una típica farmacia entre los alejados rincones de sus calles ajardinadas con plantas medicinales. ¡Pero qué extraño y a la vez sosegado ambiente de provocadora paz...! Tampoco existían mortificadoras cárceles sino calabozos de transmutación mental porque tampoco existía ni una miserable moneda por la que matar o competir... En su lugar se adoptó una revolucionaria técnica por inyección de ADN obtenido del excremento de un exótico animal de origen reptiliano para cambiar la conducta desviada del reo durante plazos controlados bajo estricta observación. La simple evocación de esa mierda ya disuadía futuras acciones delictivas. Existían atenciones sanitarias por doquier porque la gran mayoría aprendió a ser médico de sí mismo. De igual manera no hallé alguna de esas horrorosas tiendas canibalistas donde vendieran carne de animal. No. El viejito de las gafitas doradas me contestó con una leve sonrisa:

-Esa fue una de las grandes causas de su miseria planetaria y así también atrajeron su castigo divino hasta que tarde entendieron por sus largos sacrificios ante su Patrón Universal más que asqueado... ¡Más que asqueado...! Ese cielo gris sin un sol brillante les recuerda su imperdonable falta de respeto hacia su Madre Tierra. Descubrieron que comer carne contribuía asimismo a hacerles mucho daño. La cría masiva de ganado provocaba grandes deforestaciones hasta el día en que imperó el hambre y la sequía. Paradójicamente, un buen verano desapareció todo el hielo ártico y los preciosos osos blancos se extinguieron... Ahora mira a tu alrededor y verás multitud de modernos viveros con parejas tranquilas haciendo el amor dentro de ellos... ¿entiendes ahora...?

   Yo le escuchaba aunque sin saber por qué sentía algo de frío, casi inmóvil, asintiéndole con la cabeza una y otra vez. Fue entonces cuando le pregunté al simpático carcamal dónde estaban las entidades de crédito y descrédito, las iglesias o los bares y él me respondió después de una contundente carcajada: 

-Todos ahora pueden amarse en paz sin el peligroso riesgo de competir entre ellos y nada, nada les faltará porque hace mucho tiempo hijo que ya no reina el más que diabólico Don Dinero. Si alguien llega a poseer más tampoco supone un motivo de preocupación porque comparten dichosos y esperan afortunados a quienes más lo necesitan. La motivación es tal que todos, todos descubrieron que son Uno. 

   Tenía razón. Casi todos ellos se sentían iguales, seguros, muy seguros, felices y atractivos, muy atractivos. Él me contaba con los ojos vidriosos que cuando la intolerancia hacía acto de presencia en algunos de los futuros opresores, se anticipaban a practicar sin hipócrita represión el llamado sexo libre sin posibilidad alguna de ofensa, culpa o traición, atendiendo no tanto a la estricta edad sino más bien a la madurez personal, al cariño siempre disponible y a una necesidad básica natural. Los niños nacidos no deseados eran cuidados en obligación por los mismos que negaban el aborto y la carta de divorcio se concedía salomónicamente a quienes habían cometido por interés la traición o el engaño pero negándoles ad aeternum el derecho a casarse de nuevo en público. De esta manera tan inflexible los períodos de noviazgo se hacían casi interminables, aunque resulta obvio que sus anomalías se presentaban como casos muy raros o excepcionales. Ni siquiera esas desavenencias perturbaban su suprema paz, pues confiaban en la existencia de un amor auxiliador sin complejos, sin condiciones o plazos impuestos ya que reinaba seguro por doquier... Con sus hermanos los animales aplicaban el mismo cariño, respeto y ecuanimidad, a excepción de las criaturas más salvajes o peligrosas con las cuales aplicaban la trampa de reclamos alimenticios de eficiente poder sedante...

   Los futuros habitantes de La Metropolitana cuidaban mucho de no infligir daño posible contra algún ser vivo y en casos extremos sabían defenderse honestamente sin apenas violencia. Su más poderoso ritual consistía humildeMente en alzar y bajar las manos desnudos hacia la luz natural por la mañana temprano y también a la hora del crepúsculo. Trabajaban solícitos con descanso para compartir y cuando no podían recibían igualmente. A uno y otro lado se respiraba un magnetizador ambiente tan pero tan desinteresado... ¡Caray! ¡Qué raros...! ¿Una esperanza del cielo realizada en la Tierra...? Sí, acepto que sí. Debajo de miles de frondosos árboles avistaba a cientos de jóvenes serenos y despreocupados que fumaban a través de una pequeña cachimba de barro que se pasaban unos a otros, lo que mi tutor se apresuró a denominarlo Santa María. No pude evitar mi risa tan desconfiada como repelente pero yo le creí. Se refería a una variedad resultante de la antigua marihuana que según él la veneraban sagrada al igual que la antigua sábila y una nueva especie procedente de la ayahuasca. Porque no solamente curaba dolores, todas las maléficas adicciones, automedicaciones de farmacias verdes públicas, así como culpables ansiedades, sino que también ayudaba a despertar un tesoro que ellos mismos llamaban Consciencia Universal. Algo que empezó a ser contagioso y sin saber de dónde venía acabó hundiendo el viejo sistema materialista gobernado por el desenmascarado Shatán. Ellos se dieron cuenta de tantas y tantas cosas... Responsables ante sí mismos en armonía y ante todos se reunían libreMente en cualquier rincón arbolado en asambleas informales y no existía ni el menor atisbo de protagonismo interesado, miedo al qué dirán, riesgo de culto al ego político, charlatanería por interés económico o desinformador, etc. Todos eran Uno. Si alguien trataba de apoderarse para beneficio personal u obtener ventaja sobre el bien común era apartado y avergonzado hasta que recobraba su sentido superior. Es decir, una vez más el trascendental y poderoso sentido de que todos eran Uno. El experimentado sabio adivinó mi pensamiento y me susurró al oido: “Solramus, todas las más grandes leyes terrenales y celestiales se reducen al más Mínimo Armónico Denominador: Uno.”

   Cuando nos alejamos de allí para adentrarnos en un breve torbellino del tiempo, mi misterioso maestro me condujo a una estancia fuera de la ciudad y en lo alto de un montaña rodeada de tejos me dijo: "Mira bien esto Solramus y cuando decidas interpretarlo escríbelo en el mes de las flores. Dentro de una roca plagada de caracteres que yo jamás había visto en mi vida se guardaba en una caja de cristal un voluminoso libro de acabado blanco con un título en letras doradas: "Sagradas Escrituras". Abrí la portezuela y cogí aquel pesado ejemplar, pasando con premura sus finas páginas de papel reciclado. Contenía muchos libros ordenados desde el más antiguo al más reciente en un intento de reunir toda la sabiduría antigua. Un índice manuscrito adelantaba lo que eran algo más de setenta apartados más siete complementarios. Reconocí una nutrida selección de suttas del buddha Siddharta, las antiquísimas máximas de Ptahhotep, el Tao te King de Lao Zi, el Bhagavad Gità, el Dammapada, el Kybalion de Hermes, los Eddas nórdicos, todas las bendiciones celtas, un capítulo del Apocalipsis Arcanum o el apocalipsis final de los planetas que mi maestro poseía exclusivo en su biblioteca, los libros de los muertos, unos textos inéditos de los alumbrados españoles del siglo XVI, dibujos y notas de un ufólogo catalán, las máximas iluminadoras del padre de la medicina Hipócrates, extractos sagrados del Corán en boca de Mahoma... pero... cuando busqué los libros del judaico Antiguo Testamento sólo hallé aquellos en donde no se relataba ni un minúsculo suceso de venganza, sangre y violencia. Figuraba en primer lugar el libro de Proverbios, después una recopilación de los Salmos de David, luego el Cantar de los Cantares, los textos de los grandes profetas como Daniel e Isaías, etc. El Nuevo Testamento lo habían sustituido por el antiguo Diatessaron (los cuatro evangelios armonizados de Taciano fechados en el 170 D.C.). Respetando el criterio adogmático de una profunda libertad de espíritu, incluía sin complejos El Evangelio de la era de Acuario de Jesús, el Cristo de la era de Piscis y contenía asimismo todos los evangelios apócrifos y gnósticos, el evangelio prohibido de Judas y... ¡hasta el testamento de María Magdalena! Comprendieron de una bendita vez que no todos los libros entre Libros son sagrados ni todo lo sagrado puede hallarse entre las versioneadas Biblias. Yo me dirigí hacia Lucanor al mismo tiempo que no dejaba de hojear aquella excepcional obra de tendencia ecuménica o quizás herética y le pregunté extrañado sobre el por qué de ese inhóspito lugar. Él avanzó unos cuantos pasos y cerrando los ojos me contestó:

-Solramus, ellos ya ni siquiera guardan en su corazón esa obligada necesidad de Conocimiento a través de sus sagradas escrituras impresas en esos siete mil papeles. Ellos alcanzaron una y otra vez la visión beatífica que se escribe eternamente más allá de los libros, los discursos o los diplomas. Humildes y sin prisas, brillarían como reyes sin corona sin imponerse ni vender en cualquiera de los miserables mundos de muertos vivientes. Raro, raro es el que en cada generación permanecerá en el Cielo. Por sí mismos se dieron cuenta de lo pequeños que eran cuando sólo querían ser ellos y lo poderosos que podrían llegar a ser cuando se abandonaban a Su Voluntad. En el largo y curvo devenir de sus existencias curtían su alma maestra cuando no se apartaban ni de la más hostil sociedad. Evolucionaron hasta que a causa de Su consciencia constante intuyeron que ya no podían más morir... Y cuando su cuerpo les abandonaba se experimentaron a sí mismos para recuperar poco a poco la memoria ancestral porque el Conocimiento olvidado es el verdadero... ¿Acaso no te dije que descubrieron el poderoso tesoro de ser Uno... que renunciaron a las miserias materialistas del viejo mundo, se liberaron de todas sus involucionadoras culpas y apariencias, de las asimismo provocadoras diferencias y se hicieron sencillaMente perfectos...? Así pues, cayeron todos los grandes imperios que de por sí son incapaces de contemplar la experiencia de la única compasión universal, desterraron al engañador de engañadores que es el esclavizador Maligno, el rey acusador, gran artista impío de las mil ilusiones y temores. Por eso te dije en secreto aquello de destruir todo lo corruptible para nacer a la justa e incondicional incorruptibilidad. Dicho de otro modo: sin la noche jamás llegará la Aurora. Ahora ven conmigo, salgamos de aquí...

   Una cortina de humo borró la tan agradable vista de esa majestuosa ciudad basada en la única Armonía: La Metropolitana. Lucanor me aseguró de nuevo señalando con su dedo que esa sería la ciudad ideal, la ciudad de nuestros sueños. Que nuestra generación no la vería ni siquiera nacer hasta el primer mes del año 2024, cuando Plutón "pisara" el signo de Acuario. Eso sí, después de una necesaria pero dolorosa gran revolución. Que a todos esto los señores de las sombras también fracasarían y se suicidarían poco antes antes del regreso del juez de los cielos con su temible castigo. Sería el comienzo oficial de un nuevo tiempo que daría paso a la construcción de una especie de sistema superior colectivista para los que sobrevivieran al catárquico Apocalipsis, pero que de nuevo se alzaría la voz de típicos charlatanes egoístas, gafosos fumadores y gordinflones a persuadirles de las ventajas de un sistema global basado en una plutocracia popular. Un sistema socioeconómico donde la clase más pudiente explotaba a cambio de un mísero jornal, obligando a una religión única de dios cornudo a la vez que oscuro, muy oscuro... Que ese tramposo modelo de gestión iría formándose poco a poco a través del tiempo gracias al creciente descontento y a una secta gnóstica de falsos profetas, engañadores profesionales a sueldo, babosos de una moneda universal y amantes de la prostitución. Una corruptísima secta donde mezclarían la caduca ciencia con el falso espíritu. Y que de ahí mismo se inspirarían para tomar su carroñero nombre. 

   Mi tutor se alejó de mi en un torbellino tan fugaz como cegador y quedé solo frente a una doble puerta de estilo gótico. La madera se apreciaba carcomida y una serpiente negra con manchas triangulares colgaba al ser clavada justo en la separación del umbral mediante una espada que en su segunda mitad presentaba cuatro filos. Del ofidio caía todavía sangre oscura y con ella misma se había pintado una inscripción grabada en relieve con una fecha: "11 Septiembre 2035" y además el símbolo astrológico de Saturno tachado a continuación. Quité la espada desde su vetusta empuñadura y con suma ligereza se abrieron las puertas para mostrarme un paisaje desolador... Desde arriba se presentaba frente a mi una gran ciudad con las cúpulas de los rascacielos desplomados e iglesias destrozadas, coches incendiados, ruinas de edificios sostenidos desde su base con montañas de escombros. Hasta las casas con muro de ancha piedra que creía más robustas parecían bombardeadas por bolas de acero para demolición. Una intensa humareda con olor a azufre no permitía divisar apenas el fondo como si de una impenetrable calima se tratase. Se oían tiros opacos por todas partes y gente maldiciendo el nombre de Dios. Me acerqué con mucho cuidado entre el incómodo basurero de objetos y me tropezé con un enorme televisor elíptico con su transparente pantalla hecha añicos. Entonces alguien me empujó desde atrás para lanzar un pedrusco contra ese hogareño aparato. Reconocía odio así como rabia más que contenida en sus muecas y de la comisura de sus labios salía un poco de sangre mezclada con espumarajos de saliva. Al mismo tiempo que me miraba fijamente con descontrolada indignación aquel buen perro rabioso gritaba:

-Nos engañaron, esos mentirosos hijos de puta nos engañaron para intentar destruirnos a todos... De inmediato le respondí con pronta admiración:

-¿Cómo dice...? ¿Quiénes...? ¿en qué año estamos...?

-”Año 2029 señor...! ¡año 2029! ¡Está usted en las nubes... ¡Despierte, despierte usted también de su tranquilona paz a esta impaciente realidad...!” El hombre de harapienta y ruda apariencia mantuvo conmigo una larga conversación, señalándome más tarde hacia otra parte del barrio donde no pocos concurrían ajetreados... Sí, él me explicaba por ejemplo como numerosos comercios desde la gran guerra del año anterior fueron saqueados de manera habitual por urgente necesidad debido a la extrema carencia de alimentos y agua potable. Todo después de una más que dilatada crisis económica planeada décadas atrás por una extraña secta bafomética, decían algunos conspiranoicos que muy bien dirigida por uno de esos horripilantes seres mitad hombre mitad bestia, oculto en un lugar privilegiado de una ciudad subterránea llamada Nueva Babilonia. ¿Coincidiría con el escalofriante mesías de mi anterior viaje...? Según la versión de este desquiciado, algunos lo advertían como el engendro final ante tantos intentos de orgías diabólicas celebradas bajo la penumbra de algunos templos cristianos y como fue capaz de someter bajo su dominio a diputados con un alto poder adquisitivo que controlaban a su vez los más diversos medios de comunicación, grandes corporaciones e inclusive movimientos de aparente progresismo. Uno de los cables diplomáticos interceptados mencionaba incluso el traslado de este enigmático personaje a un lugar de alta seguridad en Israel. Un meteorito impactó en el Mar Muerto, levantando monstruosas olas que obligaron a no pocos refugiarse en los montes de Judea. Las revueltas violentas a lo largo del mundo occidental tomaron protagonismo ante una incesante corrupción y muchos políticos sufrieron linchamientos a plena luz del sol. Disculpen... quise decir más bien... ¡penumbra!

   Después me narró con lágrimas en sus ojillos de pobre bonachón como un artefacto atómico de unos pocos kilotones explotó cerca de Nueva Babilonia, la capital secreta del imperio, provocando una vertiginosa secuencia de ataques nucleares entre potencias internacionales ya muy hostilizadas. Un gran atentado de falsa bandera que venía precedido por una serie de pequeños experimentos explosivos para calibrar la capacidad de sospecha, respuesta y sumisión de la voluble opinión pública, justificó por otra parte intentos engañosos de invasión que jamás se llevaron a cabo. Recuerdo ver como las calles de una gran ciudad se colapsaban ante enormes filas de vehículos, gente histérica corriendo de un lado para otro, guardias que se quitaban el abultado uniforme y huían ante hordas de manifestantes histriónicos, sedientos tal vez de sangre y venganza. Su paisaje natural igualmente desordenado y calamitoso... Subí junto con aquel ermitaño a una colina sin vegetación y del lejano ruido se pasó a una amenazante calma: ahora reinaba por doquier un silencio abrumador... ¿Era el día después de la abominación desoladora anunciada por el profeta Daniel...? ¿la penúltima sentencia final...? Muy tenues desde luego quedaban en la memoria las escenas cotidianas de nuestras metropolis donde hervía gracia familiar y abundancia, movimiento estresante, comercio alegre, ruido, bullicio o besos tardíos a la luz amarillenta de las farolas...

   Continuamos hablando desde aquellas dunas desérticas hasta que sonó una estridente alarma trompetera. Después de levantar su mirada al cielo, el eremita indignado cerró los puños y luego levantó su dedo pulgar para despedirse de mi. Traté de seguir la misma ruta de aquel hombretón que se alejaba casi balanceándose con su botella dorada sin etiqueta. Una bebida exótica muy común que según su información se componía de una destilación del peyote americano en baja proporción e infusión de revitalizantes hojas de coca, endulzada asimismo con un azúcar de cáñamo que le confería mayor acción desahogante. Este compuesto de efectos mucho más saludables lo habían impuesto mediante decreto virtual los numerosos gobiernos asamblearios y venía a sustituir a las tradicionales bebidas alcohólicas. Debido al consumo descontrolado de éstas durante largos períodos de carestía provocó un gasto sanitario más que notable y por esa misma razón se aprobó el cultivo masivo del llamado Divi en el resto de los paises occidentales. Su demanda excesiva se abarató hasta un precio ridículo en su moneda única: el ameuro. Sin embargo, mis pacientes lectores, las nuevas medidas que penalizaban el aborto y los imposibles precios para las adopciones, la prolongada a la vez que caprichosa invasión extranjera y la falta de fuertes iniciativas para desarrollar la vida en el campo no pudieron evitar el riesgo de que aumentara más aún la densidad de superpoblación en las ahora dantescas ciudades. Los empleos verdes que aportaban a su vez cuantiosos ahorros a las comunidades no fueron tenidos en cuenta al igual que el estímulo activo de los muchos tipos de contrato parcial, factor este que podía atender directamente a las necesidades de las unidades familiares.

   Los tiempos, pues, empeoraron aún a sabiendas de que jamás existieron las malas épocas sino las interesadas gentuzas. La última oposición de turno predicaba asimismo fatalismo para no salir de un interminable y vicioso clima de desconfianza. En esa larga guerra de batallas oportunistas no podían sino ganar finalmente los lobos conservadores disfrazados de ovejas. Atacaban desesperados al progreso social en el nombre de la democracia o se inventaban fantásticos enemigos cuando peligraba su poder, pero cuando amanecía el día de las urnas todos ellos acudían a votar como hermanitos fieles al partido mayoritario de los reaccionarios. Un odio tradicional les movía a levantar su aperfumado culo para no permitir que ganaran los representantes más cercanos al pueblo. Como a la carroñera industria bancaria internacional tampoco le interesaba en absoluto el fortalecimiento próspero de esos núcleos familiares así como las clases medias y los políticos eran comprados aún por un precio superior al de sus sueldos, la economía de los años veinte de este tercer milenio se hundió desencadenando explosivos conflictos. Además se promovieron abusivas campañas ultramediáticas de carácter feminazi para agrandar aún más el agujero de la desigualdad, debilitando al varón en su conquista valiente de los derechos comunitarios y familiares. La criminalización de la virilidad alcanzó tal punto que se impulsó -quise decir más bien impuso- el canto de falsete desafinado en los festivales freaks de Mundovisión donde no se otorgaban puntos sino calabazas. No obstante, mi indignado amigo me contaba que gozaban de una audiencia superior incluso a la de los multimillonarios concursos de bromas strong y gamberradas mortales a pobres monjes en proceso de extinción. Por lo tanto, no había cambiado casi nada y el pueblo seguía bajo la esclavitud de esos lobos neoconservadores: los farisaicos culpables de otroras desgracias. Quien giraba a la derecha en el nombre del progreso terminaba asimismo embestido por ese trailer de ambiciosas corrupciones sin piedad.

   Aquella larga serie de estupideces y una pedorrera corrupción fue aprovechada por una élite muy reducida de neocons para causar un ventajoso terrorismo de media intensidad y pretexto por tanto de nuevas trampas electoralistas. Pasaba el tiempo cuando las naciones sobre todo europeas se dividieron más y más hasta el punto que las eficientes asambleas populares se disolvieron por un aislamiento forzoso... Por si esto fuera poco, la nueva televisión holográfica empezó a entrar a un bajo costo en los hogares y como las emisoras pertenecían aún en poder de un consorcio monopolista de multinacionales se desarrolló un sistema de lavado de cerebro basado en audios bioneuronales y flashes inapreciables de alta persuasión subliminal. De esta manera se crearon fuertes adicciones mediante una programación que fomentaba la más divertida estupidez idiotizante, el sentimiento de inferioridad o de culpa ante el futuro riesgo de rebeliones masivas, eso sí. Los remote controls acoplados en la muñeca que operaban cientos de canales ya monopolizados no ofrecían ninguna posibilidad de borrado. Todo esto y mucho más contribuyó a un estado de explotación sin escrúpulos donde se llenaban los vientres pero se vaciaban las almas. Un escándalo llamado Masonleaks salió a la luz cuando se descubrió una carta manuscrita en una de esas escasas pero mafiosas logias neojesuíticas donde se dictaban varias leyes que promulgaban la persecución de lo que “ellos” calificaban como herética raza espiritual. Asimismo, en esa cibersentencia con formato judicial figuraba un plan definitivo para enfrentar mediante una guerra nuclear de baja intensidad a paises por entonces de temperamento sionista como los Estados Gringos de América, el estado hebreo y Euro Zión contra una amenazante formación de naciones agarenas aborrecedoras del último Disneyland.

   Entre la maraña de jodidas escombreras me tropezé con una singular revista con cuatro años de antigüedad en formato ovalado donde se mostraba como portada la fotografía a todo color de una antigua estrella de la telebasura convertida a dedo en secretaria general de un partido para la conservación de la sustancia gris. Su borreguera pero interesada popularidad fue tal que en las últimas elecciones había conseguido el 69% de los votos ante una abstención del 96%. Y me sorprendió leer que las abstenciones políticas se castigaban apagando temporalmente un microchip triangular chapado en el dorso del hombro con la excusa obligatoria de unas vacunas que generaban a su vez enfermedades contagiosas... Aún así el antiguo sistema electoral seguía sin computar en modo alguno ese mayoritario desencanto. Lo habían sustituido por diarias retransmisiones virtuales de fútbol sin la presencia del influyente público chillón, arbitrados por un tremebundo robot programado desde una central de jueces aburridos pero honestos y plagado de precisos sensores láser. No existía margen de error. Si los jugadores se rebotaban este mismo pseudo-autómata se encargaba de azotarles con su paleta extensora hasta dejarles el culo bien rojo al mismo tiempo que les mostraba una cartulina bien grandota con sus disparatadas cotizaciones. Los encuentros deportivos se proyectaban como hologramas realistas, eso sí. Al menos es lo que veía en esas fotitos con movimiento psicodélico... Mi sorpresa me golpeó mayor cuando vi el logotipo de una conocida institución pública estampado en el reverso del eMagazine y la oferta de un curso de alta factura para la obtención del diploma como “técnico superior antisistema”. Al lado sobresalía de un marquito rosa la imagen de un supuesto profesor desmelenado con gafas de culo de vaso que enseñaba feliz una placa de policía con pintura azul facha fosforescente...

   Llegué a una ancha avenida en ruinas y me sorprendió una avalancha de jóvenes que vestían trajes de una sola pieza y andaban cubiertos con sencillas máscaras antipolvo. Su arrolladora presencia me obligó a desplazarme a un lado. Me apoyé en un muro recubierto de un material tan blando como el suelo de caucho. Quizás -pensé- lo hubieran fabricado aquellos manifestantes para amortiguar los golpes y salir rebotados hacia otra parte. No lo sé ni tampoco debería importarte a ti, curioso lector o lectora. No obstante, sí puedo decirte como los policías vestían uniforme blindado con protección impenetrable de aerogel de alta densidad, una máscara kevlar reforzada con revestimiento de látex isotérmico y no usaban armas de fuego ni tampoco rígidas tonfas revientacabezas. Tampoco se cubrían con algún escudo pero sí en cambio observé sus abultados cintos de defensa airbag ante acorralamientos inesperados y en los antebrazos vi algo así como un arma adosada que emitía descargas eléctricas con rayos de alto voltaje. Llegaban a más de veinticinco metros y paralizaban durante unos pocos segundos a los manifestantes. Pasaron varios grupos de exaltados y algunos de ellos armados con las mismas escopetas, probablemente de los mismos cyborgs que yacían en el suelo. Giré la vista hacia la gran avenida y observé una mujer de unos treinta años, corpulenta y con un pecho al aire que sobresalía por un agujero de ribetes plateados. Se dirigió hacia mi y yo esbozé una sonrisa de satisfacción... Entonces me agarró del brazo y me dijo: “¡Forástero...! ¡Vamos por aquí! ¡Rápido! ¡No hay tiempo que perder...!” Mi inesperada tutora al percatarse de mi ingenuidad me explicó detrás de un muro que eso no era lo peor... Cogió aire mientras ponía una mano sobre su delicado seno en forma de copa para sentarse desplomada sobre un neumático de camión. Sin embargo, rebotó varias veces debido a su enorme culo. Levantó un dedo y me dijo: “Tú debes de ser uno de los refuerzos extranjeros que estábamos esperando...” y yo asentí con la cabeza para no perder tan bella compañía. Ahora me hablaba pausada y tendida acerca de los sofisticados policías... Según ella, disparaban desde un fusil que despedía un potente gas somnífero muy apestoso sin peligrosos efectos secundarios denominado “Morpheum 15” . Disponía de un alcance de hasta medio centenar de metros y sonaba tan atronador que al escuchar uno de esos disparos se aceleró sin control mi respiración. Las víctimas caían rendidas inmediatamente al suelo en un profundo sueño del que no despertaban hasta un cuarto de hora después. Tiempo más que suficiente para desarmarlos o neutralizarlos pacíficamente pero en ningún momento se aplicaba la violencia pura y dura. Un decreto internacional sancionaba con penas que restaban automática y severamente puntos irrecuperables en su microchip profesional a quienes hicieran uso de medios por contacto físico e incluso podrían penalizar mediante expulsión destructora cualquier acción con armas de fuego. Se abolió su libre tenencia por conveniencia de la reducidísima élite. Los nuevos agentes antidisturbios lucían hermosos letreros luminiscentes en su parte frontal y posterior. Ella me comentó asqueada que les llamaban los Cyborgs Cops pero me resistía a creer que alguno tuviera autonomía propia. Los más audaces revolucionarios afectados por un ataque rápido de estos cyborgs se levantaban a trancas y barrancas antes de que llegaran “los arrestadores” con sus viscosas redes. Padecían sin embargo durante un trimestre una modificación del comportamiento debido a que la sustancia del Morfeum inhibía una parte concreta del lóbulo frontal causante de la rabia. A pesar de todo, existían muchos motivos justificados para desencadenar odio colectivo...

   Un trueno policial nos levantó temblorosos de un salto. Le tendí una mano porque ella seguía espatarrada sobre la ancha rueda de caucho recubierta de kevlar. Salimos corriendo hacia un callejón tratando de sortear cyborgs y jóvenes "dj warriors" que permanecían arrastrándose por el suelo mientras yo en cambio intentaba ayudar a uno de ellos. Ella me lo impidió dándome un manotazo: “Ya no puedes hacer nada. ¡No los toques! Están infectados...” Nada más pasar por un elevado montículo de tierra la mujer de la teta libre dio una fuerte patada y me obligó a entrar por una claraboya abierta... “¡Adelante compañero!” -me dijo, mientras bajábamos por un tobogán circular de plástico al tiempo que sus piernotas me jodían por la espalda. Caímos en un grueso terraplén de arena de playa y ella terminó acoplándose en mi cuello. Se levantó y me preguntó: 

-¿Te ha gustado la aventura...?

-Bueno... -dije yo tímidamente- tampoco has...has estado mal... Cuando me incorporé observé un inmenso túnel de galerías subterráneas con escaleras entrelazadas en forma de rombo. Paseaban por ellas numerosos individuos con máscaras y colgando numerosas y alargadas pantallas electrónicas, como si esos objetos fueran lo más valioso para ellos. Ella me dijo que me apartara a un lado pues eran "los de la prensa"... Nos cruzamos con otras mujeres que vestían con la misma... la misma media generosidad que ella. Cuando llegamos al segundo túnel mucho más largo que el anterior la mujer de la teta libre me reveló al fin que la bautizaron con el nombre de Freija en honor a la diosa teutónica. Sus padres trabajaban para un sindicato de presentadores al destape pero se quedaron en paro porque el gobierno de turno prohibió sus emisiones por destapar los... últimos escándalos de corrupción.

-Ya hemos llegado, amigo -me dijo la muy marimacha- y entramos en una sala adornada con luces de neón, posters del Che Guevara con traje espacial proyectados en la pared y repleta de pequeños monitores de una gelatina muy transparente. Al fondo me esperaba sobre un pouf un tipo de unos cuarenta años, invitándome sonriente a que entrelazara su pulgar con el mío. Freija continuó con la presentación: 

-Hercólubus, es una de las visitas extranjeras previstas para hoy...

-¡Eh colega! ¡no sabes cuánta alegría me has dado! pero... ¿de dónde has sacado ese disfraz tan medieval...? -me dijo aquel guerrero calvo envuelto en mono metalizado mientras soltaba una generosa carcajada. Como era el jefe de cuadrilla los demás imitaron su estúpida risa. No le di importancia pero ante los brillantes reflejos de su moderna indumentaria me sentía desplazado, aunque he de reconocer que no me parecían más que unos ridículos astronautas sin casco. Me dio unas palmaditas en la espalda y me dijo: 

-Por cierto... Has tenido mucha suerte amigo de que no te alcanzara una nube de Morfeum porque de lo contrario estarías perdido...

-Sí, tuve mucha suerte, pero gracias a tu compañera Freija me indicó oportuna el camino de salida. Menos mal porque ya empezaba a oler peor... -le decía a la vez que observaba como jugaba con su pequeño GPX adherido a la muñeca. Se lo sacó para destapar una marca de apenas un centímetro a carne viva en su blancuzca piel. Se frotó varias veces la herida con la mano derecha y continuó:

-Ni siquiera el áloe evitó que se infectara pero me soplé toda una botella y apenas sufrí dolor. ¿Sabes? ¡No hay nada mejor que una botella Gran Reserva 28 de peyotito...!” -soltó una nueva carcajada cuando ya empezaba a caerme simpático el asqueroso a pesar de sus tufos malolientes. Incluso creí por momentos que su traje se hallaba impregnado de ese insoportable olor a Morfeum. Él continuaba cascando mientras proyectaba sobre una parte clara de la pared una serie de fotografías del desastre. Mi alegre interlocutor pulsaba repetidamente desde la pantallita táctil de su muñeca mientras iban apareciendo columnas y más columnas de artículos censurados, así como hologramas dinámicos de arrestos policiales incluso contra niños. Una fotografía del año 2001 se había filtrado a través del subperiodismo marginal y mostraba el momento en que unos artificieros desactivaban un explosivo en la “zona 0”. Otra imagen detallaba el documento firmado por la seguridad de una compañía ferroviaria en que se sugería la demolición de un vagón el mismo 11 de marzo del año 2004. En otra se representaba un misterioso gif animado en 3D donde se apreciaba un par de hombres con uniforme de trabajo pasando al interior del tren. Hablaban con naturalidad acompañados de un guardia de seguridad. Se trataba de una grabación de CCTV y lo más sorprendente es que uno de los supuestos técnicos llevaba colgada una pequeña mochila y...

En ese momento Hercólubus me dio una palmada en la espalda:

-¡Eh...! ¿Qué te pasa forástero...? No sueñes tanto y toma un trago de esta Divi. ¡Esto sí que fue el más feliz invento...! -reía y reía el cansino hombrecillo mientras me golpeaba nuevamente en el hombro con su dichosa botellita. Se había sentado de nuevo después de apagar su milagroso trasto.

-¡No es posible...! ¡Esto debe de corresponderse con una absurda conspiranoia más! -dije yo- La grabación podría ser un fake...

-¡Y una mierda! Esa es una palabrita que felizmente cayó en desuso. Quienes carecen de escrúpulos engañan mientras sigas creyendo el bulo de que no existen los desalmados de siempre y los hombres ocultos de traje fino. Así colaboras con el más peligroso engaño de todos. Esta ignorancia inducida ha servido para rayar muchas mentes hasta el día de hoy. ¡Joder! ¡y la inseguridad globalizada acaba debilitando...! Si dudas te tacharán hasta de un chalado más o incluso conspirador, un sospechoso cosnpirador y si no lo haces te etiquetarán como a un simple que se traga todo. La duda y el suspense también destruyen amigo mío. Por eso se ha difundido a lo largo de la historia la importancia de las sociedades secretas y discretas. ¿Pero qué más da...? La mayoría de la gente sólo sueña con el virtual football y mojar en la arena de gel los fines de semana. Ya sabes... la puta comodidad de casi siempre. Si quieres ser feliz no analices muchacho, no analices... bueno... quise decir también: si quieres dejar de tener miedo...

-¿Me tomas por tonto...? -le dije en tono de broma a aquel borracho mientras yo empezaba a sentir un ligero mareo a causa de haber ingerido un par de tragos. Sacó otro aparatito proyector del bolsillo y continuó con su distendida charla:

-Fíjate bien en esa imagen. En una ciudad-estado llamada "Vatican S.A." cayó una de esas grandes estrellas de fuego que al principio nos visitaban a cuentagotas deslumbrándonos con sus bonitos haces de luz. Al principio casi nadie prestaba atención a esas advertencias pues además por la HoloTV y la radio ocultaban el inminente peligro que se nos venía encima. La censura consistía en miles de programas de divitos estúpidos y cuando no manipulados ¿sabes...? ¡lo de siempre...! De vez en cuando salía una pitonisa y te anunciaba las ventajas de pertenecer a la membresía de una religión que se sacaron de la manga. La mayoría de la gente se burlaba pero terminó imponiéndose comprando las voluntades de los pocos ciudadanos supervivientes por unos ameuros de más. ¡Por unos miserables ameuros de más...! ¿te das cuenta...? Si asimismo aceptabas la implatación de un segundo microchip de identificación en la frente disfrutabas de una serie de privilegios como gran cantidad de alimentos, vestidos isotérmicos y agua potable gratis. Las jodidas estrellas contaminaron los depósitos de agua y su consumo acabó por considerarse un privilegio... ¡Hijos de puta! El alcalde compró hasta los cyborgs y “su amado cuerpo de arrestadores” para bañarse seguro todos los días en su amplio jacuzzi con universitarias on-line en pelotas. Y cuando se cansaba de ellas las vendía al mejor postor. Sí, sí... a uno de esos niñatos mimados gracias a sus progenitores que controlaban casi todo, inclusive la antigua Banca. Hasta que un día se fue todo a tomar por saco y se escondieron con la pasta de los ahorradores en sus lujosos subterráneos. Nadie les vio el pelo desde entonces...

-Disculpa, ¿A qué te refieres con lo de “comprar voluntades”...? -le interrumpí mientras en ese justo momento el hombrecillo bailaba con su botella de peyotito. Con un despreocupado ademán me invitó a un trago y accedí por curiosidad. Su sabor era empalagosamente dulce. Él prosiguió pero bufando de vez en cuando:

-A los desencantados de la vida nos metieron el rollo fantástico de los “illuminati”, los fantasmas de la recesión y los marcianitos verdes reptilianos para despistarnos del verdadero enemigo. O sea, joder... eran ese mismo grupo de ricachones panzudos que compraron hasta los congresos, sus variopintos diputados y su chinga madre ultramediática. Esta última información se filtró a través de un periódico clandestino de juramento incorruptible. Aprovecharon para eliminar las pensiones, los subsidios, las ayudas sociales y las sustituyeron por mano de obra muy barata. Bueno... lo llamaban algo así como "minijobs". Una explotación creciente en toda regla que beneficiaba los privilegiados y ya reducidísimos pasivos de los empresarios más cabrones. Si protestabas saltaba uno de esos fachas chivatos y te alarmaba como exaltado o radical para deslegitimarte, pues sólo estos necios pretendían acaparar el control de casi todo.Y eso a pesar de que entre sus discretas filas contaban con numerosos ineptos. La cosa se puso peor cuando a través de un sistema de redes se organizó una heroica y muy masiva revolución. Hasta no pocos policías incluso participaron en ella porque de la desesperación se pasó a la inevitabilidad. Pero esos miserables salieron al paso para activar un artefacto infernal, híbrido entre bomba atómica de un kilotón con metralla química. Desde un maldito subterráneo...

-¿Y entonces...? -le interrumpí helado de asombro ya que su relato coincidía más o menos con la versión del rudo indigente. Hercólubus encendió un cigarrillo de ginseng con un inaudito mechero de plaquita solar. Cogió aire entre rápidas bocanadas y prosiguió:

-Entonces la peña se volvió histérica acusándonos a los revolucionarios de terroristas y difundiendo a casi todas horas un aluvión de noticias mentirosas. Emplearon la estrategia distraccionista del fuego cruzado contratando a charlatanes sin un ápice de vergüenza para frustrar de manera casi definitiva nuestros planes de liberación. De ahí empezó nuestro declive... Todos corruptos tío. No mencionaré de nuevo el “casi” pero prefiero que me tachen como radical antes que pardillo ... ¿comprendes...? ¿de veras que no sabes nada de esto...? ¿en qué cabaña del fin del mundo vivías tío...?

-Sí, sí... te creo... -Intenté disimular alargando la mano para que me invitara a una calada, una cortinita de humo al menos que impidiera sospechar que pertenecía a un tiempo perdido. Probablemente, no lo sé, no era uno de esos extranjeros que esperaban y así pues silencié el peligroso riesgo de ser interpretado como un infiltrado perteneciente al cuerpo traicionero de arrestadores. Mi curiosidad en cambio iba en aumento:

-Pero aquello debió ser horrible amigo mío... El pánico paralizaría la gran ciudad por completo y se produciría una caótica huida ¿no? Las medidas de seguridad se tornarían mucho más asfixiantes todavía. ¡Caray! Disculpa... Cuéntame, cuéntame por favor...

-Sí, te comprendo compañero... Seguro que hicieron todo lo posible para que en tu aburguesado pais no se enterara casi nadie. -Yo asentí disimuladamente con la cabeza como si nada para que prosiguiera sin descanso:

-Pero el pánico se apoderó de la metrópoli cuando un buen día un infernal bólido impactó en la parte norte, a unos veinticinco kilómetros de aquí. Desde entonces a la vista está que nuestra vida cambió radicalmente. Un año después, en otras ciudades y pueblos corrió el rumor de que algunos ciudadanos desaparecieron misteriosamente sin dejar rastro. En una región santa cerca del mar impactó asimismo el mayor obús. Tenía el tamaño de dos estadios de fúbol y ocasionó un tsunami que inundó hasta la capital. Muchos huyeron a los montes y se establecieron a vivir en las cuevas. Que fueron abducidos por unas gigantescas naves antes de que cayeran los asteroides del Diablo. Los meteoritos eran pedruscos de medio centenar de kilos cada uno que cayeron como una lluvia muy dispersa a una velocidad de 50.000 kilómetros por hora. Algo más de la mitad del planeta se vio afectada en mayor o menor medida. Pero nuestra comunicación fue silenciada y filtrada por el mamón del alcalde. Tampoco avisaron de este apocalipsis a excepción de sus familias. Ahora, eso sí, la historia de la abducción me sonaba como a fábula evangélica y alguno llegó a decir que se trataba de un secuestro por parte de una secta de fanáticos milenaristas para justificar el regreso del su Señor. Ya sabes...

-¿Y aquí sucedió lo mismo, es decir... me refiero a lo de las abducciones salvíficas...?

-Chico, esto ha sido como Sodoma y Gomorra. Poco se podía ya salvar ... ¡mucho menos mi equilibrio...! -y se le escapó otra bizarra risotada mientras apenas podía mantenerse en pie. Con sólo observarle, él mismo manifestaba los efectos alucinógenos de la popular bebida. Me pregunté si eso mermaría también la eficiencia de sus iniciativas revolucionarias... ¿una conspiración del poder a través de una pócima de la felicidad o por el contrario un arma de los dioses...? Con esa droga sin efectos parecían sentirse seguros y satisfechos pero no quería entorpecer en lo más mínimo aquella prometedora narración de un futuro en nuestra sala de espera...

-Explícame si eres tan amable esa legislación internacional que prohibe el uso de armas de fuego y represiones por contacto físico...

-¡Ah! -exclamó un corto suspiro- Se nota que no vas a las manis desde...

-Ya... ya... vale... pero dime Hercólubus... háblame brevemente de esa prohibición peculiar de la violencia física y las expectativas acerca de vuestra revolución... ¿Qué pasó con vuestras iluminadas revueltas para controlar el poder...?  -por mi justificada impaciencia no le dejé terminar-

-No hay mal que por bien no venga camarada... Las unidades de cyborgs son limitadas porque después del apocalipsis escasearon también los recursos y no pudieron fabricar más. Por tanto, nuestra capacidad ofensiva crece cada día. Conocemos muy bien el laberinto de túneles y salidas que conducen a la sede central del gobierno, a unos diez kilómetros de aquí. Tenemos "fusiles morfeum", trajes de protección, generadores de alto voltaje y algún antídoto para iniciar dentro de unos meses las expediciones finales. El gran obstáculo no es otro que la falta de respeto a la norma internacional de no violencia por arma de fuego. Nosotros no matamos pero los más cobardes del sistema sí. Estamos muy cerca de la victoria final.

-Pero una vez poseáis el legítimo control de los medios de comunicación y los sistemas de distribución... ¿quién confiará o creerá en vosotros...?

-A mi no me importa quién me crea o no sino aquellos que han desarrollado la capacidad de creer en nosotros. Su corrupción nos enfrenta al tú o yo, mientras que nosotros creemos en el tú, ellos y yo. Por eso te digo también: si quieres acertar no desconfíes de tu primera intuición.

-Vamos a relajarnos un poco... Voy a enseñarte un maravilloso secreto que no olvidarás... 

Entonces se levantó del pedorrero pouf, dio un par de secas a la vez que fuertes palmadas, sentándose de nuevo. Empezé a escuchar un redoble de tambor, luego un bajo de guitarra raspeado se sumaba a una caja de ritmos de timbre variable. Hercólubus se puso a cantar y una majestuosa orquesta de violines acompañaba simultáneamente a su aterciopelada voz. Sonaba tan fantástico como aterradoramente inaudito. Dependiendo de los matices vocales y la impostación de su voz, la misma orquesta añadía o quitaba instrumentos. Busqué la procedencia de aquel increíble sonido envolvente hasta que él me señaló hacia uno de los seis cuadros de la sala. La música procedía de los elegantes marcos, aguantando un cristal líquido que mostraba figuaras geométricas e imágenes holográficas en movimiento. Una multitud de módulos de colores evocaban las obras de un Miró, marcando el ritmo, la altura, la intensidad y por supuesto el timbre vocal. La falta momentánea de armonía podría comprobarse simultáneamente echando una ojeada hacia aquellas pantallas de cristal líquido. Acabó la canción con un precioso acompañamiento polifónico de sintetizador. El improvisado cantante me explicó que funcionaba mediante un sistema de cálculo de algoritmos que añadía matemáticamente tipos de acordes según su estilo de interpretación. Realístico a la vez que alucinante. Había grabado just in time una bonita canción en vivo y en directo. ¿Del porvenir de muchos músicos y de las humildes bandas...? Imaginé al cantante enamorado que una vez más fascinaba... ¡ y conquistaba! Pero echaba algo de menos la exclusividad humana de los defectos insustituibles. Mi oído me confirmó que a mayor dominio de la técnica vocal mejores arreglos en la orquesta. Las voces solitarias necesitaban el complemento de elocuentes e histriónicas gesticulaciones, aunque me temía que el nuevo invento acabaría también en los salones más íntimos y románticos para grandes cortejos. Escribirían sus propias dedicatorias bailando al son de ecológicas lunas fosforescentes sus alumbradoras esperanzas... ¡Qué terrible nostalgia! 

-Gracias, me ha encantado amigo. Por cierto... -intentando recobrar de nuevo el hilo de la conversación, aprovechando la privilegiada curiosidad por conocer el futuro de las próximas décadas: 


-¿Qué sabes de Catalonia...? ¿corrió la misma suerte que el resto de Euro Zión..?


-¡Oh sí! A finales del año 2028 se firmó en la capital de Catalonia un acuerdo para la limitación de las intervenciones policiales y el número de efectivos híbridos...!

-¡Un momento...! ¿Por qué allí y no en la capital belga...?

-¿Pero en qué planeta vives...? Se pasó la mano por su aerodinámica nariz y continuó:

-Catalonia se transformó en una nación soberana entre las quince grandes potencias. Durante los años anteriores a su independencia se sucedieron una serie de duras represiones por el gobierno único tripartito del estado macho ibérico. La situación llegó hasta tal punto que el vecino galo con la complicidad del norte de África les regaló un par de misiles cargados con un mogollón de megatones. Los bautizaron como “los supernens” porque gracias a este poder disuasor convirtió al pais catalónico en otra potencia satélite de los gabachos. De la noche a la mañana se armó de respeto e invulnerabilidad. Se envalentonó incluso con anexionar las regiones del sur. No debieron reprimir los macho-ibéricos, teniendo en cuenta tanto movimiento libre ajedrezado... o sea... todos conchabados. Vamos, cuestión fraternal y de ese efecto que llaman Stres... eso que... suena a nombre de cantante maja...

-¡Streisand! -le apunté oportuno mientras me rascaba las narices-

-Sí, eso mismo aunque también lo relacionaría con una de las leyes del hermetismo político. O sea, si fuerzas algo hacia un fin producirías lo contrario...

-Ya... ¿pero qué quisiste decir con lo de "cuestión fraternal"...?

-Quise expresar que entre los franchutes francmasones y catalónicos les salió muy bien la jugada con el apoyo ignorante del iluminasionista parlamento europeo. Un matrimonio de conveniencia pactado en la penumbra de las logias con el que los dos estados ganaron mucho poder. La "fraternité" acabó en dadivosa "liberté". A todo esto hay que añadir que hasta la capital belga fue invadida por un intrépido clan árabe durante la gran guerra y la capital del continente pasó a la costera Barna: la niña más cosmopolita y mimada del mundo.

-Vaya, vaya... muy interesante. Tienes además una imaginación muy vivaz. Y... ¿qué fue de la indomable Euzkadi...?

-¡Ah sí...! Bueno... Jamás lo tuvieron tan fácil. La autodeterminación de Catalonia favoreció su independencia por efecto rebote, aprovechando que el pais macho ibérico se hallaba muy debilitado por la gran guerra y las revoluciones violentas. El parlamento del viejo continente se llenó de jóvenes masones republicanistas que detestaban la corrupción de ese gobierno y la corona. Asimismo, un grupo de numerosos revolucionarios apoyados a su vez por miembros de la policía y una facción del ejército intentó un golpe de estado aprovechando el momento de mayor debilidad de la monarquía. De ésta no existen más referencias que una traición a causa de sus antiguos aduladores y un intento de secuestro como soborno. El creciente poder del pais galo parecía no tener límites e influyó de manera aplastante en las rebeliones populares. A causa de compartir el histórico sentimiento de hostilidad por un cansino enemigo común las dos grandes regiones se hicieron muy amigas. Amigas de conveniencia para siempre, por supuesto. Además funcionarion muy bien con un régimen socialista compuesto de comunidades pequeñas a la vez que solidarias que empezaron a triunfar también en un estricto régimen colectivo, según la información facilitada por uno de nuestros eBooks clandestinos, claro. Ese modelo social se exportó a un tercio de la humanidad y al otro lado soñaban con un feliz Nuevo Orden Mundial de bandera roja gracias a los acuerdos de unidad sin precedentes de la Corporación Latina. Los paises más humildes fueron ensalzados en una idílica prosperidad y los más ricos amansaron sus propias violencias. Las cuatro potencias asiáticas les regalaron el juguete nuclear y al igual que Catalonia o el pais de la Victoria se hicieron muy fuertes a cambio de interesada complicidad. Desde entonces no pudimos saber nada más. Aquí en cambio las cosas marcaron un destino fatal...

   Se levantó del pouf que ya olía a “puf” y dando una palmada sonó una música que no podía vivir en la armonía pero tampoco moría en el ruido. Se oía un siseo envolvente a la vez que muy, muy relajante... El plasta se quedó dormido y yo descansé también de él. Sin embargo, no olvidaré sus palabras, sabias por su honestidad y creíbles por su compromiso. Me parecía más que un tipo enrollado pero cascaba más que el vejete y los efectos alucinógenos ya se adueñaron de mi. No obstante, desde el sillón viscoelástico me espabilé en seguida de un salto cuando escuché un inesperado estampido que hizo vibrar hasta las curvas paredes. Al extasiado Hercólubus se le cayó la botella del susto...

-¡Los cy...! ¡Son los cyborgs! ¡Salgamos pronto de aquí o esos bandarras nos freirán las neuronas ...! Él gritaba como un cochinillo insolente, con la respiración entrecortada. Me propinó un azote en el trasero indicándome que corriera decidido hacia adelante y cuando salimos por el pasadizo ascendente una oscura nube de Morfeum se coló por la trampilla... Sin duda algún traidor delató nuestro escondrijo pero recuerdo que caí preso de un sueño mucho más profundo, flotando libre, girando a través del torbellino cósmico del tiempo...

   Abrí los ojos lentamente... Ahora me hallaba entre un grupo de personas de todas las edades que vestían como yo. De repente oímos un estruendo parecido al de un gran terremoto que parecían dos. Caimos al suelo, levanté la mirada y sólo podía contemplar frente a mi una inmensa nave en forma de nube con luz amarillenta-rojiza, radiante cegadora; se extendía imperiosa de Norte a Sur y de Este a Oeste... Fue cuando ya se oscureció por completo el cielo que por entonces se hallaba todavía nublado por... ¿la deflagración de las grandes bombas...? Mi perplejidad iba en aumento pero no sentía miedo, pues los fugaces seres parecían ignorarme, ya que mientras algunos pasaban hasta rozándome, andaban muy ocupados sin embargo en desintegrar con una especie de gigantescas auras de luz visible no pocos cañones, tropas antiaéreas y helicópteros de combate. Había miles de estos seres por todas partes y se caracterizaban por un movimiento grácil, dinámico, aunque de mirada fija y relajada. Vestían una ropa muy ceñida al cuerpo con tonos muy oscuros y algo transparente, dejando ver la forma generosa de sus genitales. Sus delgados cuerpos parecían muy elegantes y su frente más bien ancha, despejada hacia atrás. Sus rostros de delicados rasgos cautivaron mi atención, al igual que sus finísimos cabellos entre dorados y canosos. Al principio me resultó impactante observar como casi todos presentaban un aspecto muy similar.

   Me aparté hacia una de las rocas calcinadas, pues corrían con una velocidad vertiginosa de un lado a otro en parejas de dos... a veces tres. Algunos incluso flotaban a varios centímetros del suelo. Asimismo, no portaban calzado alguno y en sus pies se apreciaba una cierta humedad a juzgar por sus tímidos reflejos.

   Se trataba de todo un espectáculo cinematográfico y hechizante contemplar como desaparecían bajo su intensa luz multitud de adversarios contra quienes luchaban... pero... no todos eran oponentes. Entonces vi como descendían sin vehículo alguno de la gran nube espacial un grupo de seres que brillaban con más fuerza todavía. A pocos metros de tocar tierra, uno de ellos se adelantó de entre los demás y con voz megafónica de tenor emitía palabras que aunque parecían ininteligibles eran para mi bien comprensibles. Él quería decir algo así como: "Vuestra hora ha llegado en el día menos señalado. Acercaos ahora a mi..." Ese gran Señor se hallaba lejos de mi pero alcanzaba a distinguirse sin problemas su inigualable fulgor: Blanco amarillento. Cuando escuché esa última orden vi como llegaban arrastrados como si de un imán se tratase multitud de hombres y mujeres con lujosos vestidos. Otros menos no tanto e incluso algunos los estimaría harapientos a causa del último apocalipsis. No pocas caras me resultaban conocidas pero del resto jamás podría hablar... Gritaban despavoridos pidiendo auxilio y los hombres altos de cabello claro, inalterables en apariencia, formaban fila alrededor de ellos a ambos lados.

   Vi a varios grupos de personas de apariencia humilde que eran abducidos con lentitud mientras cantaban alabanzas abrazados unos a otros. En sus rostros se reflejaban gestos de distendido alivio como si hubieran esperado ese momento toda su vida. Una intensa luz apenas me permitía verlos a medida que se fundían en el resplandor de esa monstruosa nave que acaparaba sin huida casi todo el espacio visual.

   Frente a mi se hallaba una pareja de estos seres de tez blanquecina que conversaban entre ellos. Permanecían muy tranquilos, como si nada... inmóviles, sin mirarse el uno al otro. Me aproximé por detrás con sigilo para escuchar mejor y uno de ellos, varón, decía con cierta frialdad, a juzgar por su dulce tono de voz:

-No han superado la prueba.

-No, no... -contestó la joven de igual altura aunque de nalgas bien rechonchonas...

-Ya te dije que presiento como yo viví feliz hace mucho tiempo en este pequeño planeta. Sí, en aquel lugar donde ahora se halla muy cubierto de hielo...

-¿Te refieres a una de tus antiguas resurrecciones terrenales...? ¿Y qué pasó...?

-Sólo puedo recordar que esos mismos soles deslumbrantes que vimos al llegar aquí exterminaron a casi todos y muchas cúpulas de cristal se hundieron bajo el agua...

- Esa es una triste historia que se repite una y otra vez... ¿Te acuerdas de aquella misión en el planeta Piultur...? Shatan les introdujo también en sus insensibles mentes el descubrimiento de los grandes huevos de fisión que podían desintegrar a millones de seres. Oh... claro querido, ellos de nuevo no han superado la larga prueba compasiva de nuestro Patrón.

-No. Tampoco han superado la paciente y humilde prueba de nuestro Patrón Universal...

-El errante Señor Shatan los encadenó por milenios mediante las argucias de... de una codiciada pieza de metal y por temor a la falta de placer muchos acabaron destruyéndose unos a otros. Su otro gran error... en fin... quiero decir que su otro gran error fue esclavizarse a la propia ilusión de lo que ellos llamaban con acertada frecuencia su ridículo y transitorio "yo". El más grande pero sencillo saber procedía de sus más arcanas a la vez que humildes culturas.

-No entiendo muy bien de qué "yo" me estás hablando querido, pero acepto con humilde intuición ese remoto saber.

-Sí, o sea... lo definían como una búsqueda de esa necesidad descontrolada para complacerse a sí mismos a costa de otros. Shatan, el Maligno de las mil distracciones los esclavizó a esa moneda por la que trabajaban con tanto afán para obtener seguros goces. Por ello mismo incluso se pasaban casi todo el día compitiendo unos con otros como los niños estúpidos del viejo Piultur*. El problema es que priorizaron tanto esa búsqueda del placer que apartaron de sí la revelación crística basada en compartir con sus hermanos... ¿animales terrestres...? ¿"humanos"? ¡Bendita sea! Ahora ya no puedo recordar su genuino nombre...

-Bueno, mi amado, se llaman "terrícolas", "terrícolas desalmados del pequeño planeta azul". Pero... ¡qué estupidez y cuánta inseguridad ambiciosa para acabar renaciendo en tantos charcos de fuego eterno...! Desde luego, el hermano envidioso del divino YSHUA los engañó también con hábil sutileza para que se alejaran de lo más sencillo y natural, de las pequeñas cosas... ¿no crees...?

-Bueno querida... lo hizo más bien para apartarles de la bienaventurada consciencia, sustituyéndola con normas y más normas, así como morales de conveniencia y las múltiples distracciones para someterlos a sus fines. Shatan se dedicó a algo tan sencillo como impedir que se dieran cuenta de tanta estupidez y provocaba siempre a sus muchos diseñadores de maldad para evitar que alcanzarámos la experiencia liberadora de ser Uno. Tú tuviste la suerte de no nacer aquí, pero perdiste la oportunidad de una insustituible experiencia en la aventura de la vida. Ellos estaban predestinados a ser también hijos de las estrellas. Cuando este mundo empezó a despertar llegó sin embargo su fin.

-Claro, el Maligno no podía soportar que nuestro Patrón le concediera a esta reptiloide especie tan bendito tesoro. Pero con la apariencia de sus mil tentáculos de ilusiones y el poder del Conocimiento adquirido de todos los nacimientos y muertes continúa disfrazándose entre tantos y tantos nombres... ¡Qué lástima...! Casi todos cayeron en su trampa final de confusas tinieblas a causa de una potestad invisible carente de carne y hueso. Por supuesto que no superaron la prueba, pero aún no han recibido toda su recompensa... ¿A dónde se los llevará nuestro Humilde Señor...?

-No lo sé. Tú jamás naciste aquí para comprender su destino, aunque entonces supongo que yo también fui engañado por algunos de sus numerosos y miserables servidores sin escrúpulos antes de las bombas, pero... ¿y a ti qué dónde irán o a qué planeta del mal serán dejados querida...? No obstante, gracias mi unida consorte por recordármelo...

-¿Recordarte el qué...?

-Olvídalo porque este inexorable día ya estaba además escrito. Mi Ser única-Mente intuye abandonar esta malograda pocilga. Diez mil años para el eterno Patrón se desprecian más que una milésima de segundo...

-¿Y entonces qué será de quiénes sobrevivan aquí...?

-Un misterioso emperador que permanecerá bien oculto en este humeante planeta vendrá con engañosas promesas de seguridad para acabar por someterles como esclavos. Pero a los pocos años muchos despiertos se rebelarán y un rey de los crísticos volverá también desde el cielo para su liberación en un día como hoy. Así comenzará el tiempo en una nueva Tierra y en un nuevo lugar libre de radiación después de que los señores de las sombras hayan agotado la esperanza del Hombre Nuevo. Contará a partir del mes de las flores.

   Fue entonces cuando ella se percató de mi presencia y girándose hacia mi con enérgica decisión me advirtió con furia: 

-¿Qué haces aquí necio...? ¡Huye a la gruta azul de Seran! ¡No hay tiempo terrícola!
¡Empiezan en todo lugar los grandes juicios a los señores de las sombras!

   En ese momento me hallaba paralizado. La bellísima mujer de larga figura y brillantes cabellos de oro cambió su tono al de un agudísimo trueno que me pareció hasta demoníaco. Tampoco pude entender aquello de la "Gruta azul de Seran", pero desde luego sí recuerdo bien como corrí asustado con todas mis fuerzas hacia la parte contraria. No tenía otra opción. Yo no veía más que luz blanca inundadora por todas partes y mis pies parecían cansados, aplomados, como si ese gigantesco "Imán" quisiera en todo momento atraerme hacia arriba... Ni siquiera me dio tiempo a creer que esta grandiosa imagen se experimentara tan inverosímil. Por el contrario... no dejaba de sentir como el tiempo y el espacio se habían detenido concentrados en un instante de luz, de inextinguible Luz...

   La última escena onírica se desarrolla dentro de una cueva en lo alto de una colina donde muchos intentaban hallar refugio y como a través de un agujero de luz apareció de repente la mirada de uno de los alienígenas con ojos de pupilas cambiantes que fijaban la mirada en mi. En ese justo momento despierto y a los pies de mi alcoba se hallaba frente a mi un andrógino de gran corpulencia e indumentaria gris brillante que a pesar de mis efusivas advertencias tardó varios segundos en marcharse de allí. Este ser de borrada faz me sonreía con inmensa felicidad y sólo se podían vislumbrar sus fascinantes rasgos luminosos. No parecía por supuesto de este mundo conocido y se esfumó como un remolino hacia un punto brillante de la sala.

   Esto sucedió hace más de diez años. En el tintero de las revelaciones extraordinarias guardo otras muchas cosas que en mis textos sin censura por amor a la prudencia no contaré... No obstante, por si acaso... creo ya oportuno dejar reflejado aquí algunos de los desgraciados y luego venturosos hechos que acontecerán. Pero recuerda que son los sueños quienes nos roban sacros secretos, nos transforman en navegantes de remotas fantasías e intentan ocultarnos que son en realidad nuestros mejores profetas./|\


 Juan Carlos Pérez (Solramus) /|\ Mayo del año 2013
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