Como
escribió el dramaturgo Calderón De La Barca: ”Los
sueños, sueños son..." Sí, ¡Qué
redundante tópico para expresar por añadidura que la vida es sueño...!
Igualmente Cervantes, ingenio realista, afirmaba más generoso
que “el sueño es alivio de las miserias de los que
las tienen despiertas”. El
poeta Lord Byron se arriesgó con una frase mucho más
visionaria que las anteriores: ”Una sola idea durante el sueño
es capaz de reunir años enteros y de concentrar en una hora la
vida más dilatada.” Desde
la más remota antigüedad se intuía la idea de que
la positiva imagínación más vívida podía
transformarse en realidad desde la base de la llaneza renunciante.
Pero más allá de nuestras miserias, cuando se
trata de extraordinarias pero inquietantes experiencias oníricas
no alejadas tanto de la lúcida intuición como de la
arcana a la vez que olvidada sabiduría, desearás
asimismo sólo despertar... Por supuesto yo también lo afirmo sin complejos, dada la amarga
situación actual donde nuestra humanidad se encamina hacia su
inevitable destrucción y provocador castigo, inapelable ya a
causa de la estupidez individualista en general como enemiga acérrima
de la más poderosa mente colectiva. Considero entonces que yo tampoco debería reprimir por más tiempo experiencias reveladoras y...¡malditos
los involutivos miserables de esas cagadas censuras! La siguiente novelita se
basa en mis repetidos sueños de carácter apocalíptico
concebidos hace mucho tiempo atrás, teniendo en cuenta que no
pocos sueños nos revelan en realidad sacros secretos, nos
transforman en navegantes de extrañas fantasías e
intentan ocultarnos que son en realidad nuestros mejores profetas...
* * *
Recuerdo aquel silencio fantasmal en la acogedora biblioteca del viejo Lucanor. Allí leí que era Thor, el apodado "Gigante Bueno" o el Diablo enviado por Dios, el verdugo encargado de castigar a los planetas del mal, aplastándolos a través de meteoritos como si se trataran de martillos que lanzaba con furia, con inesperada furia... Yo escogí al azar un libro especializado en mitología antigua y mi maestro lo interpretó como una mancia. En él se planteaba incluso que esta antigua deidad nórdica representada por la espina fatal se podría corresponder con el Lucifer, el portador de la luz, el lucero del alba o incluso con el mismo Cristo castigador al final de estos tiempos.Tenía por tanto el poder especial de atraer algunos asteroides como un potente imán y despedazar asimismo con su martillo cósmico grandes cometas. Así fue como una lluvia de luminosos bólidos procedentes de Apophis, aquella amenaza con el nombre egipcio de un antiguo gran demonio, cambió bruscamente su trayectoria y se precipitó de forma inesperada sobre la Tierra sembrando el caos y la confusión entre la gente. Tal vez a causa del descenso anómalo de la temperatura global. Sí... y cubriendo el cielo como si se tratara de un crepúsculo gris que clausuraba la última esperanza de muchos ciudadanos. Apophis fue entonces apodado por el populacho como la bestia asesina pero sus descubridores en 2004 ya le asignaron un número: 99942. Lucanor me hacía señas para que girara ese extraño calendario maya que él mismo había rediseñado y así se podía leer en él un bíblico 666 garabateado y en primer lugar otro número interpretado también al revés: 24... Todas las sumas posibles de esas cinco cifras me daban por entonces como resultado el 6. Yo me giré hacia él y le pregunté con más intuición que escepticismo:
-¿No
te referirás mi honorable pendejo al 2024...?
Y
él, solícito, me contestó con un golpe seco en
la mesa: ¡No carajo! Tal vez el 2014 o el 2029 sean mucho peores...
¿por qué no? Pero aún así llegará
el venturoso día en que recordarás como yo también
he escrito un nuevo once de Septiembre pero esta vez del año
2035.
Fruncí
el ceño ladeando la cabeza de un lado a otro y retirando la
mano de mi barbilla le repliqué:
“Pero... en los evangelios crísticos, en Mateo 24: 36 el
gran Profeta Yeshúa asegura que del día ni la hora
nadie sabe...”
Mi
sabio interlocutor con apariencia de enrollado pureta dejó
de sobarse su frondosa barba de estilo Santa Claus. Poniéndome
la mano firme en el hombro me dijo sonriendo:
-Del día y la hora nadie sabe pero muy probablemente del mes y del año sí. El velo de tu residual dogmatismo no te deja ver más lejos por tu propia inseguridad... ¡pedazo de cazurro! ¡Ni siquiera he mencionado el dichoso fin del mundo sino algo que en la noche de ayer no me dejó dormir...!
-Del día y la hora nadie sabe pero muy probablemente del mes y del año sí. El velo de tu residual dogmatismo no te deja ver más lejos por tu propia inseguridad... ¡pedazo de cazurro! ¡Ni siquiera he mencionado el dichoso fin del mundo sino algo que en la noche de ayer no me dejó dormir...!
-Maldita
sea ¿el qué...? ¿Acaso no existe algo más
fuerte que la amenaza que extingue tu ilusión, de dormir para
siempre...? -le interrumpí más que impaciente ante
la imponente cascada de su voz y... desde luego... ¡cómo
cascaba el vejete...!
-Fíjate
bien en este calendario que tú aprecias tan raro... Lucanor
cogió de nuevo su apergaminado cartel donde figuraba un
aspectario plagado de rayas, combinación de mapas astrales,
apuntes oníricos, símbolos y me lo restregó casi
por los morros...
-¿Once
de Septiembre del año 2001...? ¡Pero si ese fue el día
de los autoatentados...! -dije elevando la voz
fijando la mirada en sus ojillos entornados casi, casi fuera de sus
órbitas-
-Efectivamente,
mi descarado pero estimado discípulo. Pero te descentraste al
no reparar más. Pues ese fue el día en que el sufridor
e inesperadamente lento Saturno, el ultrakármico planeta
maestro de los saltos evolutivos se oponía con violenta
intensidad al explosivo Plutón de los catárquicos
inicios.... Ni siquiera fue una cuadratura generadora de arriesgadas
tensiones sino una incompatibilidad perfecta. La peor de las
inestabilidades se inclinó a favor de la peor de
las conspiraciones... ¿entiendes ahora...?
-Sí,
creo que sí... pero... ¿qué hay de los
desmadrados gases del viento solar...? De eso rehúsas
hablarme... ¿por qué...? Los espectáculos
mediante gifs animados de las auroras boreales llenan con gran
interés los weblogs y esto debería ser a su vez motivo
de preocupación. No lo sé...
Sí, por
si esto fuera poco, mi primer sueño aún dejó
fresca en la memoria las recurrentes noticias sobre aquellas potentes
tormentas solares que un año y tres meses después
dejaron hasta sin comunicación a dos tercios de la población
mundial y por efecto de un violento electromagnetismo la mayoría
creyó volverse loca.
Recuerdo
como Lucanor me enseñó la carta XVII del tarot:
"L'étoile", la gran estrella rodeada de otras siete más pequeñas. Él me advirtió que
este naipe basado en el libro sagrado egipcio del prolífico Thot formaba parte de una secuencia vaticinadora, de cómo
simbolizaba la visita de estas peculiares estrellas que caerían del cielo, tal como advirtió el profeta nazareno.
Anunciaba asimismo la llegada de una Nueva Era, la era de Acuario.
Una era que él juzgaba a través de la figura de la
joven medio desnuda como una larga etapa de fraternidad y regreso
absoluto a la naturaleza. Un tiempo de reveladora armonía
donde se decidió extinguir el imparable egoísmo de un
mundo cruel basado en la ganancia absurda e individualista de dinero.
Todos lo aceptaron así en un nuevo y pequeño gran entendimiento. Por otra parte, por el tono detectivesco de su voz parecía
que intentaba relacionar este arcano mayor con alguna de las
ilustraciones del libro perdido de Nostradamus y el indescifrable manuscrito de Voynich. De esa enigmática obra, plagada de dibujos en
color así como garabatos entre mujeres y plantas, llegó
a decirme como fue inspirado por seres extraterrestres e intraterrestres a lo largo de muchos sueños y que su
contenido se explicaría cuando "ellos" nos
visitaran al final de estos tiempos. El bibliotecario cerró
el viejo volumen y un polvo nada agradable sacudió mis
escépticas narices. En cambio, se acercó a mi y aún
con su babita colgando me susurró emocionado al oido:
-Los
seres intra... terrestres regresarán del centro como cadáveres
que recobran la vida para buscar a los hostigadores...
Yo
le interrumpí muy asustado: "¿Cómo dices
abuelito...?" Y él me enseñó con su
mano medio temblorosa otro arcano mayor del Tarot que yo jamás
había visto en mi vida y que figuraba con una extraña
combinación cábalística del "árbol
de la vida". Juraría que las pinturas a medio color
parecían hechas a mano y representaban a unos monstruos
parecidos a zombies de película de serie B. A continuación
me trajo una de esas bolas de cristal con plasma adquirida en un
bazar chino en período de rebajas y mientras puso sus arrugados dedos en ella me dijo de nuevo:
-Fíjate
bien carajo... ¿ves todos estos rayos cómo se
transforman en pequeños volcanes...? ¿y esas
manchitas cómo se convierten en grandes erupciones solares...? Y yo más embelesado que él con aquel
lindo juguete le contesté:
-¿No
es usted un poco mayor para ir jugando con bolas...? Entonces de
repente una luz entró por la claraboya e inundó toda la
estancia, ni siquiera podía apreciar alguna sombra entre los
miles de polvorientos ejemplares que nos acorralaban por doquier.
Había entrado en un sueño más profundo. Ahora me
hallaba en un flotante túnel del tiempo rodeado de ecos y más
ecos que casi me empujaban a las siguientes escenas...
Lucanor
me agarraba del brazo izquierdo ondeando por ese inmenso espacio
sideral donde podía contemplar un limpio firmamento abigarrado
de estrellas aunque de repente todo, todo se oscureció...
Continuamos volando a través de un largo pasillo donde
creíamos que los siseos se transformaban en nubes. Sin apenas
vislumbrar una pequeña luz al final nos envolvió
inesperadamente un violento resplandor. Lucanor me dijo entonces:
“Ahora cállate y escucha bien, pero trata de no mirar...”
Se refería a ese relumbrón del cual parecía
salir una voz grave de amplio tubo pero al mismo tiempo muy fugaz. Se
podía entender perfectamente y expresaba: “Son estos y
después de estos hay más...” Una imagen apareció
frente a mi. La puedo evocar como una mesa redonda luminiscente de
baja altura rodeada de una docena de individuos desnudos de ambos
sexos que jugaban a las cartas... Sí, quise acercarme para
reconocer de qué baraja se trataba, pero los dibujos se
difuminaban cada vez más y más. Me sentí incapaz
de no poder identificar al menos algún símbolo. Me
sorprendió que ninguno de estos seres con gesto sereno cubría
su cabeza con capucha y su edad rondaba alrededor de los sesenta
años. La sala carecía de ventanas pero de un lado
colgaba un cuadro con muchas pirámides iguales. Conté su número y eran once. De entre ellas destacaba un par de ojos azules, uno mucho más grande
que el otro. En el techo
se hallaba impreso un círculo más fosforescente todavía
de apenas un metro de diámetro que marcaba con intensidad
mortecina las sombras de esos rostros tan extraños. Uno de
ellos, más alto y anciano, cogió en brazos a una mujer
de intenso bronceado y pechos muy firmes a pesar de su edad,
acostándola sobre la mesa. Ahora se perfilaba una silueta que
invitaba a una especie de antiguo ritual celta. No lo sé, pero
como todos a una acercaron sus manos sobre el cuerpo de aquella mujer
sobándola con delicados masajes... Asimismo, se oía
como cantaban un mantra de origen druida a juzgar por sus vocablos:
RIM HEINE DIABHAL. No sé por qué pero quería
echarme hacia atrás y en ese momento se abrió una
puerta del mismo negro que la pared y entró un anciano algo
rechoncho con pelo canoso muy liso. Me llamó la atención
su rostro pues por momentos se transformaba en una bestia híbrida.
Reitero que no se correspondía con un carnero sino mucho más
bien una mezcla entre faz humana y semblante de otro mundo. Su mirada
en cambio brillaba con un sutil reflejo tan pero tan seductor que
Lucanor me advirtió asiéndome con fuerza del brazo. Sin
embargo, yo sólo prestaba atención a aquel ser cuando
se dirigía hacia la mujer que estaba tendida en la mesa y vi
como se abalanzaba con brusquedad para pronunciar unas palabras que
sonaban como a viejo trombón. Movía en remolino sus dedos
muy largos y... la imagen se esfumó al instante entre una
densa niebla olor a fresa...
El
abuelo de la barba blanca me apretaba con tanta fuerza del antebrazo
que le miré con enojo. Él en cambio giró su
cabeza con un rápido ademán para indicarme hacia el
nuevo lugar al que nos dirigíamos, es decir una ciudad de
edificios muy altos y formas curvas, muy curvas. Sus cristales
sobresalían como placas solares aunque sentía
frescor y el cielo iluminaba muy gris. Lucanor me habló de que
en esa sofisticada urbe consiguieron agua a través de la
destilación obtenida por el calor concentrado de sus grandes
instalaciones fotovoltaicas. Sus numerosos reflejos iluminaban de
forma suave las calles más oscuras. Su simetría me
parecía tan hermosa y llena de armonía... El viejo
sabio me hablaba de un antiguo método para acelerar la
germinación ayudándose de sus cristales solares. Un
método basado en la condensación de agua muy caliente y
música binaural con frecuencias inaudibles para nosotros. Yo
apenas acertaba a entender esa serie de mecanismos que intentaba
explicarme pero me señaló hacia una farola de luz
blanquecina muy intensa. Me comentó que funcionaba a través
de un potentísimo generador con imanes al igual que los
vehículos ahuevados que flotaban silenciosos a una decena de
metros por encima de nosotros. Casi todo funcionaba con dinamismo
electromagnético a excepción de una gran bombilla que
según él se encendía con tímidas
intermitencias gracias a la fuerza telequinésica de la
población. Esa enorme lámpara indicaba asimismo la
capacidad de unión colectiva y que si algún día
se apagaba suponía el principio del fin de esa curiosa
civilización. Los habitantes de esta singular metrópoli
vestían de manera muy sencilla, con suave lino y entre casi
todos ellos parecían conocerse bien, pues muchos de ellos se
daban largos abrazos, decía Lucanor para mantener muy viva la
gran lámpara que les iluminaba noche y día... Como si
se tratara de una probable señal, tal vez fatídica
señal que les advertía de su falta de amor o armonía.
Si la energía positiva de aquella población disminuía
se verían abocados a un posible desastre, devueltos a la
ignorancia de las tinieblas y la gran Luz Metropolitana como
un piloto maestro les mostraba sus carencias. En ese prado de
edificios ovalados yo te digo que no vi policía o guardia por
alguna parte sino algo parecido a nuestras pequeñas webcams
en los lugares donde se ofrecían regalos en forma de
donaciones. Ni siquiera encontré una típica farmacia entre los alejados
rincones de sus calles ajardinadas con plantas medicinales. ¡Pero qué extraño y a la vez sosegado
ambiente de provocadora paz...! Tampoco existían
mortificadoras cárceles sino calabozos de transmutación
mental porque tampoco existía ni una miserable moneda por la
que matar o competir... En su lugar se adoptó una
revolucionaria técnica por inyección de ADN
obtenido del excremento de un exótico animal de origen
reptiliano para cambiar la conducta desviada del reo durante plazos
controlados bajo estricta observación. La simple evocación
de esa mierda ya disuadía futuras acciones delictivas.
Existían atenciones sanitarias por doquier porque la gran
mayoría aprendió a ser médico de sí
mismo. De igual manera no hallé alguna de esas horrorosas
tiendas canibalistas donde vendieran carne de animal. No. El viejito
de las gafitas doradas me contestó con una leve sonrisa:
-Esa
fue una de las grandes causas de su miseria planetaria y así
también atrajeron su castigo divino hasta que tarde
entendieron por sus largos sacrificios ante su Patrón
Universal más que asqueado... ¡Más que
asqueado...! Ese cielo gris sin un sol brillante les recuerda
su imperdonable falta de respeto hacia su Madre Tierra. Descubrieron
que comer carne contribuía asimismo a hacerles mucho daño.
La cría masiva de ganado provocaba grandes deforestaciones
hasta el día en que imperó el hambre y la sequía.
Paradójicamente, un buen verano desapareció todo el
hielo ártico y los preciosos osos blancos se extinguieron...
Ahora mira a tu alrededor y verás multitud de modernos viveros
con parejas tranquilas haciendo el amor dentro de ellos... ¿entiendes
ahora...?
Yo
le escuchaba aunque sin saber por qué sentía algo de frío,
casi inmóvil, asintiéndole con la cabeza una y otra
vez. Fue entonces cuando le pregunté al simpático
carcamal dónde estaban las entidades de crédito y
descrédito, las iglesias o los bares y él me respondió después de una contundente carcajada:
Tenía razón. Casi todos ellos se sentían iguales, seguros, muy seguros, felices y atractivos, muy atractivos. Él me contaba con los ojos vidriosos que cuando la intolerancia hacía acto de presencia en algunos de los futuros opresores, se anticipaban a practicar sin hipócrita represión el llamado sexo libre sin posibilidad alguna de ofensa, culpa o traición, atendiendo no tanto a la estricta edad sino más bien a la madurez personal, al cariño siempre disponible y a una necesidad básica natural. Los niños nacidos no deseados eran cuidados en obligación por los mismos que negaban el aborto y la carta de divorcio se concedía salomónicamente a quienes habían cometido por interés la traición o el engaño pero negándoles ad aeternum el derecho a casarse de nuevo en público. De esta manera tan inflexible los períodos de noviazgo se hacían casi interminables, aunque resulta obvio que sus anomalías se presentaban como casos muy raros o excepcionales. Ni siquiera esas desavenencias perturbaban su suprema paz, pues confiaban en la existencia de un amor auxiliador sin complejos, sin condiciones o plazos impuestos ya que reinaba seguro por doquier... Con sus hermanos los animales aplicaban el mismo cariño, respeto y ecuanimidad, a excepción de las criaturas más salvajes o peligrosas con las cuales aplicaban la trampa de reclamos alimenticios de eficiente poder sedante...
Los
futuros habitantes de La Metropolitana cuidaban mucho de no
infligir daño posible contra algún ser vivo y en
casos extremos sabían defenderse honestamente sin apenas
violencia. Su más poderoso ritual consistía
humildeMente en alzar y bajar las manos desnudos hacia la luz
natural por la mañana temprano y también a la hora
del crepúsculo. Trabajaban solícitos con descanso para
compartir y cuando no podían recibían igualmente. A uno
y otro lado se respiraba un magnetizador ambiente tan pero tan
desinteresado... ¡Caray! ¡Qué raros...!
¿Una esperanza del cielo realizada en la Tierra...? Sí,
acepto que sí. Debajo de miles de frondosos árboles
avistaba a cientos de jóvenes serenos y despreocupados que
fumaban a través de una pequeña cachimba de barro
que se pasaban unos a otros, lo que mi tutor se apresuró a
denominarlo Santa María. No pude evitar mi risa
tan desconfiada como repelente pero yo le creí. Se refería
a una variedad resultante de la antigua marihuana que según
él la veneraban sagrada al igual que la antigua sábila
y una nueva especie procedente de la ayahuasca. Porque no
solamente curaba dolores, todas las maléficas adicciones,
automedicaciones de farmacias verdes públicas, así como
culpables ansiedades, sino que también ayudaba a despertar un
tesoro que ellos mismos llamaban Consciencia Universal. Algo
que empezó a ser contagioso y sin saber de dónde venía
acabó hundiendo el viejo sistema materialista gobernado por el
desenmascarado Shatán. Ellos se dieron cuenta de tantas
y tantas cosas... Responsables ante sí mismos en armonía
y ante todos se reunían libreMente en cualquier rincón
arbolado en asambleas informales y no existía ni el menor
atisbo de protagonismo interesado, miedo al qué dirán,
riesgo de culto al ego político, charlatanería por
interés económico o desinformador, etc. Todos eran Uno.
Si alguien trataba de apoderarse para beneficio personal u obtener
ventaja sobre el bien común era apartado y avergonzado hasta
que recobraba su sentido superior. Es decir, una vez más el
trascendental y poderoso sentido de que todos eran Uno. El
experimentado sabio adivinó mi pensamiento y me susurró
al oido: “Solramus, todas las más grandes leyes
terrenales y celestiales se reducen al más Mínimo
Armónico Denominador: Uno.”
Cuando
nos alejamos de allí para adentrarnos en un breve torbellino
del tiempo, mi misterioso maestro me condujo a una estancia fuera de
la ciudad y en lo alto de un montaña rodeada de tejos me dijo: "Mira bien esto Solramus y cuando decidas interpretarlo escríbelo en el mes de las flores”. Dentro de una roca
plagada de caracteres que yo jamás había visto en mi
vida se guardaba en una caja de cristal un voluminoso libro de
acabado blanco con un título en letras doradas: "Sagradas Escrituras". Abrí la portezuela y cogí
aquel pesado ejemplar, pasando con premura sus finas páginas
de papel reciclado. Contenía muchos libros ordenados desde el
más antiguo al más reciente en un intento de reunir toda la sabiduría antigua. Un índice manuscrito
adelantaba lo que eran algo más de setenta apartados más siete
complementarios. Reconocí una nutrida selección de suttas del buddha Siddharta, las antiquísimas máximas de Ptahhotep, el Tao te King de Lao Zi, el Bhagavad Gità, el Dammapada, el Kybalion de Hermes, los Eddas nórdicos, todas
las bendiciones celtas, un capítulo del Apocalipsis Arcanum o el apocalipsis final de los planetas que mi maestro poseía
exclusivo en su biblioteca, los libros de los muertos, unos textos
inéditos de los alumbrados españoles del siglo
XVI, dibujos y notas de un ufólogo
catalán, las máximas iluminadoras del padre de
la medicina Hipócrates, extractos sagrados del Corán en boca de Mahoma... pero... cuando busqué los libros del
judaico Antiguo Testamento sólo hallé aquellos
en donde no se relataba ni un minúsculo suceso de venganza,
sangre y violencia. Figuraba en primer lugar el libro de Proverbios,
después una recopilación de los Salmos de David,
luego el Cantar de los Cantares, los textos de los grandes
profetas como Daniel e Isaías, etc. El Nuevo
Testamento lo habían sustituido por el antiguo Diatessaron (los cuatro evangelios armonizados de Taciano fechados en el 170
D.C.). Respetando el criterio adogmático de una
profunda libertad de espíritu, incluía sin complejos El
Evangelio de la era de Acuario de Jesús, el Cristo de la era
de Piscis y contenía asimismo todos los evangelios
apócrifos y gnósticos, el evangelio
prohibido de Judas y... ¡hasta el testamento de María
Magdalena! Comprendieron de una bendita vez que no todos los
libros entre Libros son sagrados ni todo lo sagrado puede
hallarse entre las versioneadas Biblias. Yo me dirigí hacia
Lucanor al mismo tiempo que no dejaba de hojear aquella excepcional
obra de tendencia ecuménica o quizás herética
y le pregunté extrañado sobre el por qué de ese
inhóspito lugar. Él avanzó unos cuantos pasos y
cerrando los ojos me contestó:
-Solramus,
ellos ya ni siquiera guardan en su corazón esa obligada
necesidad de Conocimiento a través de sus sagradas escrituras
impresas en esos siete mil papeles. Ellos alcanzaron una y otra vez
la visión beatífica que se escribe eternamente más
allá de los libros, los discursos o los diplomas. Humildes y
sin prisas, brillarían como reyes sin corona sin imponerse ni
vender en cualquiera de los miserables mundos de muertos vivientes.
Raro, raro es el que en cada generación permanecerá en
el Cielo. Por sí mismos se dieron cuenta de lo pequeños
que eran cuando sólo querían ser ellos y lo poderosos
que podrían llegar a ser cuando se abandonaban a Su Voluntad.
En el largo y curvo devenir de sus existencias curtían su alma
maestra cuando no se apartaban ni de la más hostil sociedad.
Evolucionaron hasta que a causa de Su consciencia constante intuyeron
que ya no podían más morir... Y cuando su cuerpo les
abandonaba se experimentaron a sí mismos para recuperar poco a
poco la memoria ancestral porque el Conocimiento olvidado es el
verdadero... ¿Acaso no te dije que descubrieron el poderoso
tesoro de ser Uno... que renunciaron a las miserias materialistas del
viejo mundo, se liberaron de todas sus involucionadoras culpas y
apariencias, de las asimismo provocadoras diferencias y se hicieron
sencillaMente perfectos...? Así pues, cayeron todos los
grandes imperios que de por sí son incapaces de contemplar la
experiencia de la única compasión universal,
desterraron al engañador de engañadores que es el
esclavizador Maligno, el rey acusador, gran artista impío de
las mil ilusiones y temores. Por eso te dije en secreto aquello de
destruir todo lo corruptible para nacer a la justa e incondicional
incorruptibilidad. Dicho de otro modo: sin la noche jamás
llegará la Aurora. Ahora ven conmigo, salgamos de aquí...
Una
cortina de humo borró la tan agradable vista de esa majestuosa
ciudad basada en la única Armonía:
La Metropolitana. Lucanor me aseguró de nuevo señalando
con su dedo que esa sería la ciudad ideal, la ciudad de
nuestros sueños. Que nuestra generación no la vería
ni siquiera nacer hasta el primer mes del año 2024, cuando Plutón "pisara" el signo de Acuario. Eso sí, después de una necesaria pero dolorosa gran revolución. Que a todos esto los señores de
las sombras también fracasarían y se suicidarían
poco antes antes del regreso del juez de los
cielos con su temible castigo. Sería el comienzo oficial de un nuevo tiempo que
daría paso a la construcción de una especie de sistema
superior colectivista para los que sobrevivieran al catárquico
Apocalipsis, pero que de nuevo se alzaría la voz de
típicos charlatanes egoístas, gafosos fumadores y
gordinflones a persuadirles de las ventajas de un sistema global
basado en una plutocracia popular. Un sistema socioeconómico
donde la clase más pudiente explotaba a cambio de un mísero
jornal, obligando a una religión única de dios cornudo
a la vez que oscuro, muy oscuro... Que ese tramposo modelo de gestión
iría formándose poco a poco a través del tiempo
gracias al creciente descontento y a una secta gnóstica de
falsos profetas, engañadores profesionales a sueldo, babosos
de una moneda universal y amantes de la prostitución. Una
corruptísima secta donde mezclarían la caduca ciencia
con el falso espíritu. Y que de ahí mismo
se inspirarían para tomar su carroñero nombre.
Mi tutor se alejó de mi en un torbellino tan fugaz como cegador y quedé solo frente a una doble puerta de estilo gótico. La madera se apreciaba carcomida y una serpiente negra con manchas triangulares colgaba al ser clavada justo en la separación del umbral mediante una espada que en su segunda mitad presentaba cuatro filos. Del ofidio caía todavía sangre oscura y con ella misma se había pintado una inscripción grabada en relieve con una fecha: "11 Septiembre 2035" y además el símbolo astrológico de Saturno tachado a continuación. Quité la espada desde su vetusta empuñadura y con suma ligereza se abrieron las puertas para mostrarme un paisaje desolador... Desde arriba se presentaba frente a mi una gran ciudad con las cúpulas de los rascacielos desplomados e iglesias destrozadas, coches incendiados, ruinas de edificios sostenidos desde su base con montañas de escombros. Hasta las casas con muro de ancha piedra que creía más robustas parecían bombardeadas por bolas de acero para demolición. Una intensa humareda con olor a azufre no permitía divisar apenas el fondo como si de una impenetrable calima se tratase. Se oían tiros opacos por todas partes y gente maldiciendo el nombre de Dios. Me acerqué con mucho cuidado entre el incómodo basurero de objetos y me tropezé con un enorme televisor elíptico con su transparente pantalla hecha añicos. Entonces alguien me empujó desde atrás para lanzar un pedrusco contra ese hogareño aparato. Reconocía odio así como rabia más que contenida en sus muecas y de la comisura de sus labios salía un poco de sangre mezclada con espumarajos de saliva. Al mismo tiempo que me miraba fijamente con descontrolada indignación aquel buen perro rabioso gritaba:
Mi tutor se alejó de mi en un torbellino tan fugaz como cegador y quedé solo frente a una doble puerta de estilo gótico. La madera se apreciaba carcomida y una serpiente negra con manchas triangulares colgaba al ser clavada justo en la separación del umbral mediante una espada que en su segunda mitad presentaba cuatro filos. Del ofidio caía todavía sangre oscura y con ella misma se había pintado una inscripción grabada en relieve con una fecha: "11 Septiembre 2035" y además el símbolo astrológico de Saturno tachado a continuación. Quité la espada desde su vetusta empuñadura y con suma ligereza se abrieron las puertas para mostrarme un paisaje desolador... Desde arriba se presentaba frente a mi una gran ciudad con las cúpulas de los rascacielos desplomados e iglesias destrozadas, coches incendiados, ruinas de edificios sostenidos desde su base con montañas de escombros. Hasta las casas con muro de ancha piedra que creía más robustas parecían bombardeadas por bolas de acero para demolición. Una intensa humareda con olor a azufre no permitía divisar apenas el fondo como si de una impenetrable calima se tratase. Se oían tiros opacos por todas partes y gente maldiciendo el nombre de Dios. Me acerqué con mucho cuidado entre el incómodo basurero de objetos y me tropezé con un enorme televisor elíptico con su transparente pantalla hecha añicos. Entonces alguien me empujó desde atrás para lanzar un pedrusco contra ese hogareño aparato. Reconocía odio así como rabia más que contenida en sus muecas y de la comisura de sus labios salía un poco de sangre mezclada con espumarajos de saliva. Al mismo tiempo que me miraba fijamente con descontrolada indignación aquel buen perro rabioso gritaba:
-Nos
engañaron, esos mentirosos hijos de puta nos engañaron
para intentar destruirnos a todos... De inmediato le respondí
con pronta admiración:
-¿Cómo
dice...? ¿Quiénes...? ¿en qué año
estamos...?
-”Año
2029 señor...! ¡año 2029! ¡Está
usted en las nubes... ¡Despierte, despierte usted también
de su tranquilona paz a esta impaciente realidad...!” El hombre de
harapienta y ruda apariencia mantuvo conmigo una larga conversación,
señalándome más tarde hacia otra parte del barrio donde no pocos concurrían ajetreados... Sí, él
me explicaba por ejemplo como numerosos comercios desde la
gran guerra del año anterior fueron saqueados de manera
habitual por urgente necesidad debido a la extrema carencia de
alimentos y agua potable. Todo después de una más que
dilatada crisis económica planeada décadas atrás por una extraña secta bafomética, decían
algunos conspiranoicos que muy bien dirigida por uno de esos
horripilantes seres mitad hombre mitad bestia, oculto en un
lugar privilegiado de una ciudad subterránea llamada Nueva
Babilonia. ¿Coincidiría con el escalofriante mesías
de mi anterior viaje...? Según la versión de este
desquiciado, algunos lo advertían como el engendro final ante
tantos intentos de orgías diabólicas celebradas bajo la
penumbra de algunos templos cristianos y como fue capaz de someter
bajo su dominio a diputados con un alto poder adquisitivo que
controlaban a su vez los más diversos medios de comunicación,
grandes corporaciones e inclusive movimientos de aparente
progresismo. Uno de los cables diplomáticos interceptados
mencionaba incluso el traslado de este enigmático personaje a
un lugar de alta seguridad en Israel. Un meteorito impactó en
el Mar Muerto, levantando monstruosas olas que obligaron a no
pocos refugiarse en los montes de Judea. Las revueltas violentas a lo
largo del mundo occidental tomaron protagonismo ante una incesante
corrupción y muchos políticos sufrieron linchamientos a
plena luz del sol. Disculpen... quise decir más bien...
¡penumbra!
Después
me narró con lágrimas en sus ojillos de pobre bonachón
como un artefacto atómico de unos pocos kilotones explotó
cerca de Nueva Babilonia, la capital secreta del imperio,
provocando una vertiginosa secuencia de ataques nucleares entre
potencias internacionales ya muy hostilizadas. Un gran atentado de
falsa bandera que venía precedido por una serie de pequeños
experimentos explosivos para calibrar la capacidad de
sospecha, respuesta y sumisión de la voluble opinión
pública, justificó por otra parte intentos engañosos
de invasión que jamás se llevaron a cabo. Recuerdo ver
como las calles de una gran ciudad se colapsaban ante enormes filas
de vehículos, gente histérica corriendo de un lado para
otro, guardias que se quitaban el abultado uniforme y huían
ante hordas de manifestantes histriónicos, sedientos tal vez
de sangre y venganza. Su paisaje natural igualmente desordenado y
calamitoso... Subí junto con aquel ermitaño a una colina
sin vegetación y del lejano ruido se pasó a una
amenazante calma: ahora reinaba por doquier un silencio abrumador...
¿Era el día después de la abominación
desoladora anunciada por el profeta Daniel...? ¿la
penúltima sentencia final...? Muy tenues desde luego quedaban
en la memoria las escenas cotidianas de nuestras metropolis donde
hervía gracia familiar y abundancia, movimiento estresante,
comercio alegre, ruido, bullicio o besos tardíos a la luz
amarillenta de las farolas...
Continuamos
hablando desde aquellas dunas desérticas hasta que sonó
una estridente alarma trompetera. Después de levantar su
mirada al cielo, el eremita indignado cerró los puños y
luego levantó su dedo pulgar para despedirse de mi. Traté
de seguir la misma ruta de aquel hombretón que se alejaba casi
balanceándose con su botella dorada sin etiqueta. Una bebida
exótica muy común que según su información
se componía de una destilación del peyote americano
en baja proporción e infusión de revitalizantes hojas
de coca, endulzada asimismo con un azúcar de cáñamo
que le confería mayor acción desahogante. Este
compuesto de efectos mucho más saludables lo habían
impuesto mediante decreto virtual los numerosos gobiernos
asamblearios y venía a sustituir a las tradicionales
bebidas alcohólicas. Debido al consumo descontrolado de éstas
durante largos períodos de carestía provocó un
gasto sanitario más que notable y por esa misma razón
se aprobó el cultivo masivo del llamado Divi en el
resto de los paises occidentales. Su demanda excesiva se abarató
hasta un precio ridículo en su moneda única: el ameuro.
Sin embargo, mis pacientes lectores, las nuevas medidas que
penalizaban el aborto y los imposibles precios para las adopciones,
la prolongada a la vez que caprichosa invasión extranjera y la
falta de fuertes iniciativas para desarrollar la vida en el campo no
pudieron evitar el riesgo de que aumentara más aún la
densidad de superpoblación en las ahora dantescas ciudades.
Los empleos verdes que aportaban a su vez cuantiosos ahorros a las
comunidades no fueron tenidos en cuenta al igual que el estímulo
activo de los muchos tipos de contrato parcial, factor este que podía
atender directamente a las necesidades de las unidades familiares.
Los
tiempos, pues, empeoraron aún a sabiendas de que jamás
existieron las malas épocas sino las interesadas gentuzas. La
última oposición de turno predicaba asimismo fatalismo
para no salir de un interminable y vicioso clima de desconfianza. En
esa larga guerra de batallas oportunistas no podían
sino ganar finalmente los lobos
conservadores disfrazados de ovejas. Atacaban desesperados al
progreso social en el nombre de la democracia o se inventaban
fantásticos enemigos cuando peligraba su poder, pero cuando
amanecía el día de las urnas todos ellos acudían
a votar como hermanitos fieles al partido mayoritario de los
reaccionarios. Un odio tradicional les movía a levantar su
aperfumado culo para no permitir que ganaran los representantes más
cercanos al pueblo. Como a la carroñera industria bancaria
internacional tampoco le interesaba en absoluto el fortalecimiento
próspero de esos núcleos familiares así como las
clases medias y los políticos eran comprados aún
por un precio superior al de sus sueldos, la economía de los
años veinte de este tercer milenio se hundió
desencadenando explosivos conflictos. Además se promovieron
abusivas campañas ultramediáticas de carácter
feminazi para agrandar aún más el agujero de la
desigualdad, debilitando al varón en su conquista valiente de
los derechos comunitarios y familiares. La criminalización de
la virilidad alcanzó tal punto que se impulsó -quise
decir más bien impuso- el canto de falsete
desafinado en los festivales freaks de Mundovisión
donde no se otorgaban puntos sino calabazas. No obstante, mi
indignado amigo me contaba que gozaban de una audiencia superior
incluso a la de los multimillonarios concursos de bromas strong
y gamberradas mortales a pobres monjes en proceso de extinción.
Por lo tanto, no había cambiado casi nada y el pueblo seguía
bajo la esclavitud de esos lobos
neoconservadores: los farisaicos culpables de otroras
desgracias. Quien giraba a la derecha en el nombre del progreso
terminaba asimismo embestido por ese trailer de ambiciosas
corrupciones sin piedad.
Aquella
larga serie de estupideces y una pedorrera corrupción fue
aprovechada por una élite muy reducida de neocons para causar un ventajoso terrorismo de media intensidad y pretexto
por tanto de nuevas trampas electoralistas. Pasaba el tiempo cuando
las naciones sobre todo europeas se dividieron más y más
hasta el punto que las eficientes asambleas populares se disolvieron
por un aislamiento forzoso... Por si esto fuera poco, la nueva
televisión holográfica empezó a entrar a un
bajo costo en los hogares y como las emisoras pertenecían aún
en poder de un consorcio monopolista de multinacionales se desarrolló
un sistema de lavado de cerebro basado en audios
bioneuronales y flashes inapreciables de alta persuasión
subliminal. De esta manera se crearon fuertes adicciones mediante
una programación que fomentaba la más divertida
estupidez idiotizante, el sentimiento de inferioridad o de culpa ante
el futuro riesgo de rebeliones masivas, eso sí. Los remote
controls acoplados en la muñeca que operaban cientos de
canales ya monopolizados no ofrecían ninguna
posibilidad de borrado. Todo esto y mucho más contribuyó
a un estado de explotación sin escrúpulos donde se
llenaban los vientres pero se vaciaban las almas. Un escándalo
llamado Masonleaks salió a la luz cuando se descubrió
una carta manuscrita en una de esas escasas pero mafiosas logias
neojesuíticas donde se dictaban varias leyes que
promulgaban la persecución de lo que “ellos”
calificaban como herética raza espiritual. Asimismo, en
esa cibersentencia con formato judicial figuraba un plan definitivo
para enfrentar mediante una guerra nuclear de baja intensidad a
paises por entonces de temperamento sionista como los Estados
Gringos de América, el estado hebreo y Euro Zión
contra una amenazante formación de naciones agarenas aborrecedoras del último Disneyland.
Entre
la maraña de jodidas escombreras me tropezé con una
singular revista con cuatro años de antigüedad en formato
ovalado donde se mostraba como portada la fotografía a todo
color de una antigua estrella de la telebasura convertida a dedo en
secretaria general de un partido para la conservación de la
sustancia gris. Su borreguera pero interesada popularidad fue
tal que en las últimas elecciones había conseguido el
69% de los votos ante una abstención del 96%. Y me sorprendió
leer que las abstenciones políticas se castigaban apagando
temporalmente un microchip triangular chapado en el dorso del
hombro con la excusa obligatoria de unas vacunas que generaban a su vez enfermedades contagiosas... Aún así el antiguo sistema
electoral seguía sin computar en modo alguno ese mayoritario
desencanto. Lo habían sustituido por diarias retransmisiones
virtuales de fútbol sin la presencia del influyente
público chillón, arbitrados por un tremebundo robot
programado desde una central de jueces aburridos pero honestos y
plagado de precisos sensores láser. No existía margen
de error. Si los jugadores se rebotaban este mismo pseudo-autómata
se encargaba de azotarles con su paleta extensora hasta dejarles el
culo bien rojo al mismo tiempo que les mostraba una cartulina bien
grandota con sus disparatadas cotizaciones. Los encuentros deportivos
se proyectaban como hologramas realistas, eso sí. Al
menos es lo que veía en esas fotitos con movimiento
psicodélico... Mi sorpresa me golpeó mayor cuando vi
el logotipo de una conocida institución pública
estampado en el reverso del eMagazine y la oferta de un curso
de alta factura para la obtención del diploma como “técnico
superior antisistema”. Al lado sobresalía de un marquito
rosa la imagen de un supuesto profesor desmelenado con gafas de culo
de vaso que enseñaba feliz una placa de policía con
pintura azul facha fosforescente...
Llegué
a una ancha avenida en ruinas y me sorprendió una avalancha de
jóvenes que vestían trajes de una sola pieza y andaban
cubiertos con sencillas máscaras antipolvo. Su arrolladora
presencia me obligó a desplazarme a un lado. Me apoyé
en un muro recubierto de un material tan blando como el suelo de
caucho. Quizás -pensé- lo hubieran fabricado
aquellos manifestantes para amortiguar los golpes y salir rebotados
hacia otra parte. No lo sé ni tampoco debería
importarte a ti, curioso lector o lectora. No obstante, sí
puedo decirte como los policías vestían uniforme
blindado con protección impenetrable de aerogel de alta
densidad, una máscara kevlar reforzada con revestimiento de
látex isotérmico y no usaban armas de fuego ni tampoco
rígidas tonfas revientacabezas. Tampoco se cubrían
con algún escudo pero sí en cambio observé sus
abultados cintos de defensa airbag ante acorralamientos
inesperados y en los antebrazos vi algo así como un
arma adosada que emitía descargas eléctricas con rayos
de alto voltaje. Llegaban a más de veinticinco metros y
paralizaban durante unos pocos segundos a los manifestantes. Pasaron
varios grupos de exaltados y algunos de ellos armados con las mismas
escopetas, probablemente de los mismos cyborgs que yacían en
el suelo. Giré la vista hacia la gran avenida y observé
una mujer de unos treinta años, corpulenta y con un pecho al
aire que sobresalía por un agujero de ribetes plateados. Se
dirigió hacia mi y yo esbozé una sonrisa de
satisfacción... Entonces me agarró del brazo y me dijo:
“¡Forástero...! ¡Vamos por aquí! ¡Rápido!
¡No hay tiempo que perder...!” Mi inesperada tutora al
percatarse de mi ingenuidad me explicó detrás de un
muro que eso no era lo peor... Cogió aire mientras ponía
una mano sobre su delicado seno en forma de copa para sentarse
desplomada sobre un neumático de camión. Sin embargo,
rebotó varias veces debido a su enorme culo. Levantó un
dedo y me dijo: “Tú debes de ser uno de los refuerzos
extranjeros que estábamos esperando...” y yo asentí
con la cabeza para no perder tan bella compañía. Ahora
me hablaba pausada y tendida acerca de los sofisticados policías...
Según ella, disparaban desde un fusil que despedía un
potente gas somnífero muy apestoso sin peligrosos efectos
secundarios denominado “Morpheum 15” . Disponía de
un alcance de hasta medio centenar de metros y sonaba tan atronador
que al escuchar uno de esos disparos se aceleró sin control mi
respiración. Las víctimas caían rendidas
inmediatamente al suelo en un profundo sueño del que no
despertaban hasta un cuarto de hora después. Tiempo más
que suficiente para desarmarlos o neutralizarlos pacíficamente
pero en ningún momento se aplicaba la violencia pura y dura.
Un decreto internacional sancionaba con penas que restaban automática
y severamente puntos irrecuperables en su microchip profesional a
quienes hicieran uso de medios por contacto físico e incluso
podrían penalizar mediante expulsión destructora
cualquier acción con armas de fuego. Se abolió su libre
tenencia por conveniencia de la reducidísima élite. Los
nuevos agentes antidisturbios lucían hermosos letreros
luminiscentes en su parte frontal y posterior. Ella me comentó
asqueada que les llamaban los Cyborgs Cops pero me resistía
a creer que alguno tuviera autonomía propia. Los más
audaces revolucionarios afectados por un ataque rápido de
estos cyborgs se levantaban a trancas y barrancas antes de que
llegaran “los arrestadores” con sus viscosas redes.
Padecían sin embargo durante un trimestre una modificación
del comportamiento debido a que la sustancia del Morfeum
inhibía una parte concreta del lóbulo frontal causante
de la rabia. A pesar de todo, existían muchos motivos
justificados para desencadenar odio colectivo...
Un
trueno policial nos levantó temblorosos de un salto. Le tendí
una mano porque ella seguía espatarrada sobre la ancha rueda
de caucho recubierta de kevlar. Salimos corriendo hacia un callejón
tratando de sortear cyborgs y jóvenes "dj
warriors" que permanecían arrastrándose por el
suelo mientras yo en cambio intentaba ayudar a uno de ellos. Ella me
lo impidió dándome un manotazo: “Ya no puedes
hacer nada. ¡No los toques! Están infectados...” Nada
más pasar por un elevado montículo de tierra la
mujer de la teta libre dio una fuerte patada y me obligó a
entrar por una claraboya abierta... “¡Adelante compañero!”
-me dijo, mientras bajábamos por un tobogán circular de
plástico al tiempo que sus piernotas me jodían por la
espalda. Caímos en un grueso terraplén de arena de
playa y ella terminó acoplándose en mi cuello. Se
levantó y me preguntó:
-¿Te ha gustado la aventura...?
-Bueno... -dije yo tímidamente- tampoco has...has estado mal... Cuando me incorporé observé un inmenso túnel de galerías subterráneas con escaleras entrelazadas en forma de rombo. Paseaban por ellas numerosos individuos con máscaras y colgando numerosas y alargadas pantallas electrónicas, como si esos objetos fueran lo más valioso para ellos. Ella me dijo que me apartara a un lado pues eran "los de la prensa"... Nos cruzamos con otras mujeres que vestían con la misma... la misma media generosidad que ella. Cuando llegamos al segundo túnel mucho más largo que el anterior la mujer de la teta libre me reveló al fin que la bautizaron con el nombre de Freija en honor a la diosa teutónica. Sus padres trabajaban para un sindicato de presentadores al destape pero se quedaron en paro porque el gobierno de turno prohibió sus emisiones por destapar los... últimos escándalos de corrupción.
-¿Te ha gustado la aventura...?
-Bueno... -dije yo tímidamente- tampoco has...has estado mal... Cuando me incorporé observé un inmenso túnel de galerías subterráneas con escaleras entrelazadas en forma de rombo. Paseaban por ellas numerosos individuos con máscaras y colgando numerosas y alargadas pantallas electrónicas, como si esos objetos fueran lo más valioso para ellos. Ella me dijo que me apartara a un lado pues eran "los de la prensa"... Nos cruzamos con otras mujeres que vestían con la misma... la misma media generosidad que ella. Cuando llegamos al segundo túnel mucho más largo que el anterior la mujer de la teta libre me reveló al fin que la bautizaron con el nombre de Freija en honor a la diosa teutónica. Sus padres trabajaban para un sindicato de presentadores al destape pero se quedaron en paro porque el gobierno de turno prohibió sus emisiones por destapar los... últimos escándalos de corrupción.
-Ya
hemos llegado, amigo -me dijo la muy marimacha- y entramos en una
sala adornada con luces de neón, posters del Che
Guevara con traje espacial proyectados en la pared y repleta de
pequeños monitores de una gelatina muy transparente. Al fondo
me esperaba sobre un pouf un tipo de unos cuarenta años,
invitándome sonriente a que entrelazara su pulgar con el mío.
Freija continuó con la presentación:
-Hercólubus, es una de las visitas extranjeras previstas para hoy...
-Hercólubus, es una de las visitas extranjeras previstas para hoy...
-¡Eh
colega! ¡no sabes cuánta alegría me has dado!
pero... ¿de dónde has sacado ese disfraz tan
medieval...? -me dijo aquel guerrero calvo envuelto en mono
metalizado mientras soltaba una generosa carcajada. Como era el jefe
de cuadrilla los demás imitaron su estúpida risa. No le
di importancia pero ante los brillantes reflejos de su moderna
indumentaria me sentía desplazado, aunque he de reconocer que
no me parecían más que unos ridículos
astronautas sin casco. Me dio unas palmaditas en la espalda y me
dijo:
-Por cierto... Has tenido mucha suerte amigo de que no te alcanzara una nube de Morfeum porque de lo contrario estarías perdido...
-Por cierto... Has tenido mucha suerte amigo de que no te alcanzara una nube de Morfeum porque de lo contrario estarías perdido...
-Sí,
tuve mucha suerte, pero gracias a tu compañera Freija me
indicó oportuna el camino de salida. Menos mal porque ya
empezaba a oler peor... -le decía a la vez que observaba como
jugaba con su pequeño GPX adherido a la muñeca. Se lo
sacó para destapar una marca de apenas un centímetro a
carne viva en su blancuzca piel. Se frotó varias veces la
herida con la mano derecha y continuó:
-Ni
siquiera el áloe evitó que se infectara pero me soplé
toda una botella y apenas sufrí dolor. ¿Sabes? ¡No
hay nada mejor que una botella Gran Reserva 28 de peyotito...!”
-soltó una nueva carcajada cuando ya empezaba a caerme
simpático el asqueroso a pesar de sus tufos malolientes.
Incluso creí por momentos que su traje se hallaba impregnado
de ese insoportable olor a Morfeum. Él continuaba
cascando mientras proyectaba sobre una parte clara de la pared una
serie de fotografías del desastre. Mi alegre interlocutor
pulsaba repetidamente desde la pantallita táctil de su muñeca
mientras iban apareciendo columnas y más columnas de artículos
censurados, así como hologramas dinámicos de arrestos
policiales incluso contra niños. Una fotografía del año
2001 se había filtrado a través del subperiodismo
marginal y mostraba el momento en que unos artificieros desactivaban
un explosivo en la “zona 0”. Otra imagen detallaba el
documento firmado por la seguridad de una compañía
ferroviaria en que se sugería la demolición de un vagón
el mismo 11 de marzo del año 2004. En
otra se representaba un misterioso gif animado en 3D donde se
apreciaba un par de hombres con uniforme de trabajo pasando al
interior del tren. Hablaban con naturalidad acompañados de un
guardia de seguridad. Se trataba de una grabación de CCTV y lo
más sorprendente es que uno de los supuestos técnicos
llevaba colgada una pequeña mochila y...
En
ese momento Hercólubus me dio una palmada en la espalda:
-¡Eh...!
¿Qué te pasa forástero...? No sueñes
tanto y toma un trago de esta Divi. ¡Esto sí que fue el
más feliz invento...! -reía y reía el
cansino hombrecillo mientras me golpeaba nuevamente en el hombro con
su dichosa botellita. Se había sentado de nuevo después
de apagar su milagroso trasto.
-¡No
es posible...! ¡Esto debe de corresponderse con una absurda
conspiranoia más! -dije yo- La grabación podría
ser un fake...
-¡Y
una mierda! Esa es una palabrita que felizmente cayó en
desuso. Quienes carecen de escrúpulos engañan mientras
sigas creyendo el bulo de que no existen los desalmados de siempre y
los hombres ocultos de traje fino. Así colaboras con el más
peligroso engaño de todos. Esta ignorancia inducida ha servido
para rayar muchas mentes hasta el día de hoy. ¡Joder! ¡y
la inseguridad globalizada acaba debilitando...! Si dudas te tacharán
hasta de un chalado más o incluso conspirador, un sospechoso cosnpirador y si no lo haces
te etiquetarán como a un simple que se traga todo. La duda y
el suspense también destruyen amigo mío. Por eso se ha
difundido a lo largo de la historia la importancia de las sociedades
secretas y discretas. ¿Pero qué más da...? La
mayoría de la gente sólo sueña con el virtual
football y mojar en la arena de gel los fines de semana. Ya sabes...
la puta comodidad de casi siempre. Si quieres ser feliz no analices
muchacho, no analices... bueno... quise decir también: si
quieres dejar de tener miedo...
-¿Me
tomas por tonto...? -le dije en tono de broma a aquel borracho
mientras yo empezaba a sentir un ligero mareo a causa de haber
ingerido un par de tragos. Sacó otro aparatito proyector del
bolsillo y continuó con su distendida charla:
-Fíjate
bien en esa imagen. En una ciudad-estado llamada "Vatican S.A." cayó
una de esas grandes estrellas de fuego que al principio nos visitaban
a cuentagotas deslumbrándonos con sus bonitos haces de luz. Al
principio casi nadie prestaba atención a esas advertencias
pues además por la HoloTV y la radio ocultaban el inminente
peligro que se nos venía encima. La censura consistía
en miles de programas de divitos estúpidos y cuando no
manipulados ¿sabes...? ¡lo de siempre...! De vez en
cuando salía una pitonisa y te anunciaba las ventajas de
pertenecer a la membresía de una religión que se
sacaron de la manga. La mayoría de la gente se burlaba pero
terminó imponiéndose comprando las voluntades de los
pocos ciudadanos supervivientes por unos ameuros de más. ¡Por
unos miserables ameuros de más...! ¿te das cuenta...?
Si asimismo aceptabas la implatación de un segundo
microchip de identificación en la frente disfrutabas de una
serie de privilegios como gran cantidad de alimentos, vestidos
isotérmicos y agua potable gratis. Las jodidas estrellas
contaminaron los depósitos de agua y su consumo acabó
por considerarse un privilegio... ¡Hijos de puta! El alcalde
compró hasta los cyborgs y “su amado cuerpo de arrestadores”
para bañarse seguro todos los días en su amplio jacuzzi
con universitarias on-line en pelotas. Y cuando se cansaba de ellas
las vendía al mejor postor. Sí, sí... a uno de
esos niñatos mimados gracias a sus progenitores que
controlaban casi todo, inclusive la antigua Banca. Hasta que un día
se fue todo a tomar por saco y se escondieron con la pasta de los
ahorradores en sus lujosos subterráneos. Nadie les vio el pelo
desde entonces...
-Disculpa,
¿A qué te refieres con lo de “comprar voluntades”...?
-le interrumpí mientras en ese justo momento el
hombrecillo bailaba con su botella de peyotito. Con un
despreocupado ademán me invitó a un trago y accedí
por curiosidad. Su sabor era empalagosamente dulce. Él
prosiguió pero bufando de vez en cuando:
-A
los desencantados de la vida nos metieron el rollo fantástico
de los “illuminati”, los fantasmas de la recesión y los
marcianitos verdes reptilianos para despistarnos del verdadero
enemigo. O sea, joder... eran ese mismo grupo de ricachones panzudos
que compraron hasta los congresos, sus variopintos diputados y su
chinga madre ultramediática. Esta última información
se filtró a través de un periódico clandestino
de juramento incorruptible. Aprovecharon para eliminar las pensiones,
los subsidios, las ayudas sociales y las sustituyeron por mano de
obra muy barata. Bueno... lo llamaban algo así como "minijobs".
Una explotación creciente en toda regla que beneficiaba los
privilegiados y ya reducidísimos pasivos de los empresarios más
cabrones. Si protestabas saltaba uno de esos fachas chivatos y te
alarmaba como exaltado o radical para deslegitimarte, pues sólo
estos necios pretendían acaparar el control de casi todo.Y eso
a pesar de que entre sus discretas filas contaban con numerosos
ineptos. La cosa se puso peor cuando a través de un sistema de
redes se organizó una heroica y muy masiva revolución.
Hasta no pocos policías incluso participaron en ella porque de
la desesperación se pasó a la inevitabilidad. Pero esos
miserables salieron al paso para activar un artefacto infernal,
híbrido entre bomba atómica de un kilotón con
metralla química. Desde un maldito subterráneo...
-¿Y
entonces...? -le interrumpí helado de asombro ya que su
relato coincidía más o menos con la versión del
rudo indigente. Hercólubus encendió un
cigarrillo de ginseng con un inaudito mechero de plaquita
solar. Cogió aire entre rápidas bocanadas y prosiguió:
-Entonces
la peña se volvió histérica acusándonos a
los revolucionarios de terroristas y difundiendo a casi todas horas
un aluvión de noticias mentirosas. Emplearon la estrategia
distraccionista del fuego cruzado contratando a charlatanes sin un
ápice de vergüenza para frustrar de manera casi
definitiva nuestros planes de liberación. De ahí empezó
nuestro declive... Todos corruptos tío. No mencionaré
de nuevo el “casi” pero prefiero que me tachen como radical antes
que pardillo ... ¿comprendes...? ¿de veras que no sabes
nada de esto...? ¿en qué cabaña del fin del
mundo vivías tío...?
-Sí,
sí... te creo... -Intenté
disimular alargando la mano para que me invitara a una calada, una
cortinita de humo al menos que impidiera sospechar que pertenecía a un tiempo perdido. Probablemente, no lo sé, no era uno de esos
extranjeros que esperaban y así pues silencié el
peligroso riesgo de ser interpretado como un infiltrado perteneciente
al cuerpo traicionero de arrestadores. Mi curiosidad en
cambio iba en aumento:
-Pero
aquello debió ser horrible amigo mío... El pánico
paralizaría la gran ciudad por completo y se produciría
una caótica huida ¿no? Las medidas de seguridad se
tornarían mucho más asfixiantes todavía. ¡Caray!
Disculpa... Cuéntame, cuéntame por favor...
-Sí,
te comprendo compañero... Seguro que hicieron todo lo posible
para que en tu aburguesado pais no se enterara casi nadie. -Yo
asentí disimuladamente con la cabeza como si nada para que
prosiguiera sin descanso:
-Pero
el pánico se apoderó de la metrópoli cuando un
buen día un infernal bólido impactó en la parte
norte, a unos veinticinco kilómetros de aquí. Desde
entonces a la vista está que nuestra vida cambió
radicalmente. Un año después, en otras ciudades y
pueblos corrió el rumor de que algunos ciudadanos
desaparecieron misteriosamente sin dejar rastro. En una región
santa cerca del mar impactó asimismo el mayor obús. Tenía el tamaño de dos estadios de fúbol
y ocasionó un tsunami que inundó hasta la capital.
Muchos huyeron a los montes y se establecieron a vivir en las cuevas.
Que fueron abducidos por unas gigantescas naves antes de que cayeran
los asteroides del Diablo. Los meteoritos eran pedruscos de
medio centenar de kilos cada uno que cayeron como una lluvia muy
dispersa a una velocidad de 50.000 kilómetros por hora. Algo
más de la mitad del planeta se vio afectada en mayor o menor
medida. Pero nuestra comunicación fue silenciada y filtrada
por el mamón del alcalde. Tampoco avisaron de este apocalipsis
a excepción de sus familias. Ahora, eso sí, la historia
de la abducción me sonaba como a fábula evangélica y
alguno llegó a decir que se trataba de un secuestro por parte
de una secta de fanáticos milenaristas para justificar el
regreso del su Señor. Ya sabes...
-¿Y
aquí sucedió lo mismo, es decir... me refiero a lo de
las abducciones salvíficas...?
-Chico,
esto ha sido como Sodoma y Gomorra. Poco se podía ya salvar
... ¡mucho menos mi equilibrio...! -y se le escapó
otra bizarra risotada mientras apenas podía mantenerse en pie.
Con sólo observarle, él mismo manifestaba los efectos
alucinógenos de la popular bebida. Me pregunté si eso
mermaría también la eficiencia de sus iniciativas
revolucionarias... ¿una conspiración del poder a través
de una pócima de la felicidad o por el contrario un arma de
los dioses...? Con esa droga sin efectos parecían sentirse
seguros y satisfechos pero no quería entorpecer en lo más
mínimo aquella prometedora narración de un futuro en
nuestra sala de espera...
-Explícame
si eres tan amable esa legislación internacional que prohibe
el uso de armas de fuego y represiones por contacto físico...
-¡Ah!
-exclamó un corto suspiro- Se nota que no vas a las
manis desde...
-Ya...
ya... vale... pero dime Hercólubus... háblame brevemente de esa prohibición peculiar de la violencia física y las expectativas acerca de vuestra revolución... ¿Qué pasó con vuestras iluminadas revueltas para controlar el poder...? -por mi justificada impaciencia no
le dejé terminar-
-No
hay mal que por bien no venga camarada... Las unidades de cyborgs son
limitadas porque después del apocalipsis escasearon también
los recursos y no pudieron fabricar más. Por tanto, nuestra
capacidad ofensiva crece cada día. Conocemos muy bien el
laberinto de túneles y salidas que conducen a la sede central
del gobierno, a unos diez kilómetros de aquí. Tenemos "fusiles morfeum", trajes de protección, generadores de alto
voltaje y algún antídoto para iniciar dentro de unos
meses las expediciones finales. El gran obstáculo no es otro
que la falta de respeto a la norma internacional de no violencia por
arma de fuego. Nosotros no matamos pero los más cobardes del
sistema sí. Estamos muy cerca de la victoria final.
-Pero
una vez poseáis el legítimo control de los medios de
comunicación y los sistemas de distribución... ¿quién
confiará o creerá en vosotros...?
-A
mi no me importa quién me crea o no sino aquellos que han
desarrollado la capacidad de creer en nosotros. Su corrupción
nos enfrenta al tú o yo, mientras que nosotros creemos en el
tú, ellos y yo. Por eso te digo también: si quieres acertar no
desconfíes de tu primera intuición.
-Vamos a relajarnos un poco... Voy a enseñarte un maravilloso secreto que no olvidarás...
Entonces se levantó del pedorrero pouf, dio un par de secas a la vez que fuertes palmadas, sentándose de nuevo. Empezé a escuchar un redoble de tambor, luego un bajo de guitarra raspeado se sumaba a una caja de ritmos de timbre variable. Hercólubus se puso a cantar y una majestuosa orquesta de violines acompañaba simultáneamente a su aterciopelada voz. Sonaba tan fantástico como aterradoramente inaudito. Dependiendo de los matices vocales y la impostación de su voz, la misma orquesta añadía o quitaba instrumentos. Busqué la procedencia de aquel increíble sonido envolvente hasta que él me señaló hacia uno de los seis cuadros de la sala. La música procedía de los elegantes marcos, aguantando un cristal líquido que mostraba figuaras geométricas e imágenes holográficas en movimiento. Una multitud de módulos de colores evocaban las obras de un Miró, marcando el ritmo, la altura, la intensidad y por supuesto el timbre vocal. La falta momentánea de armonía podría comprobarse simultáneamente echando una ojeada hacia aquellas pantallas de cristal líquido. Acabó la canción con un precioso acompañamiento polifónico de sintetizador. El improvisado cantante me explicó que funcionaba mediante un sistema de cálculo de algoritmos que añadía matemáticamente tipos de acordes según su estilo de interpretación. Realístico a la vez que alucinante. Había grabado just in time una bonita canción en vivo y en directo. ¿Del porvenir de muchos músicos y de las humildes bandas...? Imaginé al cantante enamorado que una vez más fascinaba... ¡ y conquistaba! Pero echaba algo de menos la exclusividad humana de los defectos insustituibles. Mi oído me confirmó que a mayor dominio de la técnica vocal mejores arreglos en la orquesta. Las voces solitarias necesitaban el complemento de elocuentes e histriónicas gesticulaciones, aunque me temía que el nuevo invento acabaría también en los salones más íntimos y románticos para grandes cortejos. Escribirían sus propias dedicatorias bailando al son de ecológicas lunas fosforescentes sus alumbradoras esperanzas... ¡Qué terrible nostalgia!
-Gracias, me ha encantado amigo. Por cierto... -intentando recobrar de nuevo el hilo de la conversación, aprovechando la privilegiada curiosidad por conocer el futuro de las próximas décadas:
-¿Qué sabes de Catalonia...? ¿corrió la misma suerte que el resto de Euro Zión..?
-Vamos a relajarnos un poco... Voy a enseñarte un maravilloso secreto que no olvidarás...
Entonces se levantó del pedorrero pouf, dio un par de secas a la vez que fuertes palmadas, sentándose de nuevo. Empezé a escuchar un redoble de tambor, luego un bajo de guitarra raspeado se sumaba a una caja de ritmos de timbre variable. Hercólubus se puso a cantar y una majestuosa orquesta de violines acompañaba simultáneamente a su aterciopelada voz. Sonaba tan fantástico como aterradoramente inaudito. Dependiendo de los matices vocales y la impostación de su voz, la misma orquesta añadía o quitaba instrumentos. Busqué la procedencia de aquel increíble sonido envolvente hasta que él me señaló hacia uno de los seis cuadros de la sala. La música procedía de los elegantes marcos, aguantando un cristal líquido que mostraba figuaras geométricas e imágenes holográficas en movimiento. Una multitud de módulos de colores evocaban las obras de un Miró, marcando el ritmo, la altura, la intensidad y por supuesto el timbre vocal. La falta momentánea de armonía podría comprobarse simultáneamente echando una ojeada hacia aquellas pantallas de cristal líquido. Acabó la canción con un precioso acompañamiento polifónico de sintetizador. El improvisado cantante me explicó que funcionaba mediante un sistema de cálculo de algoritmos que añadía matemáticamente tipos de acordes según su estilo de interpretación. Realístico a la vez que alucinante. Había grabado just in time una bonita canción en vivo y en directo. ¿Del porvenir de muchos músicos y de las humildes bandas...? Imaginé al cantante enamorado que una vez más fascinaba... ¡ y conquistaba! Pero echaba algo de menos la exclusividad humana de los defectos insustituibles. Mi oído me confirmó que a mayor dominio de la técnica vocal mejores arreglos en la orquesta. Las voces solitarias necesitaban el complemento de elocuentes e histriónicas gesticulaciones, aunque me temía que el nuevo invento acabaría también en los salones más íntimos y románticos para grandes cortejos. Escribirían sus propias dedicatorias bailando al son de ecológicas lunas fosforescentes sus alumbradoras esperanzas... ¡Qué terrible nostalgia!
-Gracias, me ha encantado amigo. Por cierto... -intentando recobrar de nuevo el hilo de la conversación, aprovechando la privilegiada curiosidad por conocer el futuro de las próximas décadas:
-¿Qué sabes de Catalonia...? ¿corrió la misma suerte que el resto de Euro Zión..?
-¡Oh
sí! A finales del año 2028 se firmó en la
capital de Catalonia un acuerdo para la limitación de las
intervenciones policiales y el número de efectivos
híbridos...!
-¡Un
momento...! ¿Por qué allí y no en la capital
belga...?
-¿Pero
en qué planeta vives...? Se pasó la mano por su
aerodinámica nariz y continuó:
-Catalonia
se transformó en una nación soberana entre las quince
grandes potencias. Durante los años anteriores a su
independencia se sucedieron una serie de duras represiones por el
gobierno único tripartito del estado macho ibérico. La
situación llegó hasta tal punto que el vecino galo con
la complicidad del norte de África les regaló un par de
misiles cargados con un mogollón de megatones. Los bautizaron
como “los supernens” porque gracias a este poder disuasor
convirtió al pais catalónico en otra potencia satélite
de los gabachos. De la noche a la mañana se armó de
respeto e invulnerabilidad. Se envalentonó incluso con
anexionar las regiones del sur. No debieron reprimir los
macho-ibéricos, teniendo en cuenta tanto movimiento libre
ajedrezado... o sea... todos conchabados. Vamos, cuestión
fraternal y de ese efecto que llaman Stres... eso que... suena a
nombre de cantante maja...
-¡Streisand!
-le apunté oportuno mientras me rascaba las narices-
-Sí,
eso mismo aunque también lo relacionaría con una de las
leyes del hermetismo político. O sea, si fuerzas algo hacia un
fin producirías lo contrario...
-Ya...
¿pero qué quisiste decir con lo de "cuestión fraternal"...?
-Quise
expresar que entre los franchutes francmasones y catalónicos
les salió muy bien la jugada con el apoyo ignorante del
iluminasionista parlamento europeo. Un matrimonio de conveniencia
pactado en la penumbra de las logias con el que los dos estados
ganaron mucho poder. La "fraternité" acabó en dadivosa "liberté". A todo esto hay que añadir que hasta la
capital belga fue invadida por un intrépido clan árabe
durante la gran guerra y la capital del continente pasó a la
costera Barna: la niña más cosmopolita y mimada del
mundo.
-Vaya,
vaya... muy interesante. Tienes además una imaginación
muy vivaz. Y... ¿qué fue de la indomable Euzkadi...?
-¡Ah
sí...! Bueno... Jamás lo tuvieron tan fácil. La
autodeterminación de Catalonia favoreció su
independencia por efecto rebote, aprovechando que el pais
macho ibérico se hallaba muy debilitado por la gran guerra y
las revoluciones violentas. El parlamento del viejo continente se llenó de
jóvenes masones republicanistas que detestaban la corrupción
de ese gobierno y la corona. Asimismo, un grupo de numerosos
revolucionarios apoyados a su vez por miembros de la policía y
una facción del ejército intentó un golpe
de estado aprovechando el momento de mayor debilidad de la monarquía.
De ésta no existen más referencias que una traición
a causa de sus antiguos aduladores y un intento de secuestro como
soborno. El creciente poder del pais galo parecía no tener
límites e influyó de manera aplastante en las
rebeliones populares. A causa de compartir el histórico
sentimiento de hostilidad por un cansino enemigo común las dos
grandes regiones se hicieron muy amigas. Amigas de conveniencia para
siempre, por supuesto. Además funcionarion muy bien con un
régimen socialista compuesto de comunidades pequeñas a
la vez que solidarias que empezaron a triunfar también en un
estricto régimen colectivo, según la información
facilitada por uno de nuestros eBooks clandestinos, claro. Ese modelo
social se exportó a un tercio de la humanidad y al otro lado
soñaban con un feliz Nuevo Orden Mundial de bandera roja
gracias a los acuerdos de unidad sin precedentes de la Corporación
Latina. Los paises más humildes fueron ensalzados en una
idílica prosperidad y los más ricos amansaron sus
propias violencias. Las cuatro potencias asiáticas les
regalaron el juguete nuclear y al igual que Catalonia o el pais de la
Victoria se hicieron muy fuertes a cambio de interesada complicidad.
Desde entonces no pudimos saber nada más. Aquí en
cambio las cosas marcaron un destino fatal...
Se
levantó del pouf que ya olía a “puf” y dando una
palmada sonó una música que no podía vivir en la
armonía pero tampoco moría en el ruido. Se oía
un siseo envolvente a la vez que muy, muy relajante... El plasta se
quedó dormido y yo descansé también de él.
Sin embargo, no olvidaré sus palabras, sabias por su
honestidad y creíbles por su compromiso. Me parecía más
que un tipo enrollado pero cascaba más que el vejete y los
efectos alucinógenos ya se adueñaron de mi. No
obstante, desde el sillón viscoelástico me espabilé
en seguida de un salto cuando escuché un inesperado estampido
que hizo vibrar hasta las curvas paredes. Al extasiado Hercólubus se
le cayó la botella del susto...
-¡Los
cy...! ¡Son los cyborgs! ¡Salgamos pronto de aquí
o esos bandarras nos freirán las neuronas ...! Él
gritaba como un cochinillo insolente, con la respiración
entrecortada. Me propinó un azote en el trasero indicándome
que corriera decidido hacia adelante y cuando salimos por el pasadizo
ascendente una oscura nube de Morfeum se coló por la
trampilla... Sin duda algún traidor delató nuestro
escondrijo pero recuerdo que caí preso de un sueño
mucho más profundo, flotando libre, girando a través
del torbellino cósmico del tiempo...
Abrí
los ojos lentamente... Ahora me hallaba entre un grupo de personas de
todas las edades que vestían como yo. De repente oímos
un estruendo parecido al de un gran terremoto que parecían
dos. Caimos al suelo, levanté la mirada y sólo podía
contemplar frente a mi una inmensa nave en forma de nube con luz
amarillenta-rojiza, radiante cegadora; se extendía imperiosa
de Norte a Sur y de Este a Oeste... Fue cuando ya se oscureció
por completo el cielo que por entonces se hallaba todavía
nublado por... ¿la deflagración de las grandes
bombas...? Mi perplejidad iba en aumento pero no sentía miedo,
pues los fugaces seres parecían ignorarme, ya que mientras
algunos pasaban hasta rozándome, andaban muy ocupados sin
embargo en desintegrar con una especie de gigantescas auras de luz
visible no pocos cañones, tropas antiaéreas y
helicópteros de combate. Había miles de estos seres por
todas partes y se caracterizaban por un movimiento grácil,
dinámico, aunque de mirada fija y relajada. Vestían una
ropa muy ceñida al cuerpo con tonos muy oscuros y algo
transparente, dejando ver la forma generosa de sus genitales. Sus
delgados cuerpos parecían muy elegantes y su frente más
bien ancha, despejada hacia atrás. Sus rostros de delicados
rasgos cautivaron mi atención, al igual que sus finísimos
cabellos entre dorados y canosos. Al principio me resultó
impactante observar como casi todos presentaban un aspecto muy
similar.
Me
aparté hacia una de las rocas calcinadas, pues corrían
con una velocidad vertiginosa de un lado a otro en parejas de dos...
a veces tres. Algunos incluso flotaban a varios centímetros
del suelo. Asimismo, no portaban calzado alguno y en sus pies se
apreciaba una cierta humedad a juzgar por sus tímidos
reflejos.
Se
trataba de todo un espectáculo cinematográfico y
hechizante contemplar como desaparecían bajo su intensa luz
multitud de adversarios contra quienes luchaban... pero... no todos
eran oponentes. Entonces vi como descendían sin vehículo
alguno de la gran nube espacial un grupo de seres que
brillaban con más fuerza todavía. A pocos metros de
tocar tierra, uno de ellos se adelantó de entre los demás
y con voz megafónica de tenor emitía palabras que
aunque parecían ininteligibles eran para mi bien
comprensibles. Él quería decir algo así como:
"Vuestra hora ha llegado en el día menos señalado.
Acercaos ahora a mi..." Ese gran Señor se
hallaba lejos de mi pero alcanzaba a distinguirse sin problemas su
inigualable fulgor: Blanco amarillento. Cuando escuché esa
última orden vi como llegaban arrastrados como si de un imán
se tratase multitud de hombres y mujeres con lujosos vestidos. Otros
menos no tanto e incluso algunos los estimaría harapientos a
causa del último apocalipsis. No pocas caras me resultaban
conocidas pero del resto jamás podría hablar... Gritaban
despavoridos pidiendo auxilio y los hombres altos de cabello claro,
inalterables en apariencia, formaban fila alrededor de ellos a ambos
lados.
Vi
a varios grupos de personas de apariencia humilde que eran abducidos
con lentitud mientras cantaban alabanzas abrazados unos a otros. En
sus rostros se reflejaban gestos de distendido alivio como si
hubieran esperado ese momento toda su vida. Una intensa luz apenas me
permitía verlos a medida que se fundían en el
resplandor de esa monstruosa nave que acaparaba sin huida casi todo
el espacio visual.
Frente
a mi se hallaba una pareja de estos seres de tez blanquecina que
conversaban entre ellos. Permanecían muy tranquilos, como si
nada... inmóviles, sin mirarse el uno al otro. Me aproximé
por detrás con sigilo para escuchar mejor y uno de ellos,
varón, decía con cierta frialdad, a juzgar por su dulce
tono de voz:
-No
han superado la prueba.
-No,
no... -contestó la joven de igual altura aunque de
nalgas bien rechonchonas...
-Ya
te dije que presiento como yo viví feliz hace mucho tiempo en
este pequeño planeta. Sí, en aquel lugar donde ahora se
halla muy cubierto de hielo...
-¿Te
refieres a una de tus antiguas resurrecciones terrenales...? ¿Y
qué pasó...?
-Sólo
puedo recordar que esos mismos soles deslumbrantes que vimos al
llegar aquí exterminaron a casi todos y muchas cúpulas
de cristal se hundieron bajo el agua...
-
Esa es una triste historia que se repite una y otra vez... ¿Te
acuerdas de aquella misión en el planeta Piultur...? Shatan
les introdujo también en sus insensibles mentes el
descubrimiento de los grandes huevos de fisión que podían
desintegrar a millones de seres. Oh... claro querido, ellos de nuevo
no han superado la larga prueba compasiva de nuestro Patrón.
-No. Tampoco han superado la paciente y humilde prueba de nuestro Patrón
Universal...
-El
errante Señor Shatan los encadenó por milenios mediante
las argucias de... de una codiciada pieza de metal y por temor a la
falta de placer muchos acabaron destruyéndose unos a otros. Su
otro gran error... en fin... quiero decir que su otro gran error fue
esclavizarse a la propia ilusión de lo que ellos llamaban con
acertada frecuencia su ridículo y transitorio "yo".
El más grande pero sencillo saber procedía de sus más arcanas a la
vez que humildes culturas.
-No
entiendo muy bien de qué "yo" me estás
hablando querido, pero acepto con humilde intuición ese remoto
saber.
-Sí, o sea... lo definían como una búsqueda de esa necesidad
descontrolada para complacerse a sí mismos a costa de otros.
Shatan, el Maligno de las mil distracciones los esclavizó a
esa moneda por la que trabajaban con tanto afán para obtener
seguros goces. Por ello mismo incluso se pasaban casi todo el día
compitiendo unos con otros como los niños estúpidos del
viejo Piultur*. El problema es que priorizaron tanto esa búsqueda
del placer que apartaron de sí la revelación crística
basada en compartir con sus hermanos... ¿animales
terrestres...? ¿"humanos"? ¡Bendita sea! Ahora
ya no puedo recordar su genuino nombre...
-Bueno,
mi amado, se llaman "terrícolas", "terrícolas
desalmados del pequeño planeta azul". Pero... ¡qué
estupidez y cuánta inseguridad ambiciosa para acabar
renaciendo en tantos charcos de fuego eterno...! Desde luego, el
hermano envidioso del divino YSHUA los engañó también
con hábil sutileza para que se alejaran de lo más
sencillo y natural, de las pequeñas cosas... ¿no
crees...?
-Bueno
querida... lo hizo más bien para apartarles de la
bienaventurada consciencia, sustituyéndola con normas y más
normas, así como morales de conveniencia y las múltiples
distracciones para someterlos a sus fines. Shatan se dedicó a
algo tan sencillo como impedir que se dieran cuenta de tanta
estupidez y provocaba siempre a sus muchos diseñadores de
maldad para evitar que alcanzarámos la experiencia liberadora de ser Uno. Tú tuviste la suerte de no nacer aquí,
pero perdiste la oportunidad de una insustituible experiencia en la
aventura de la vida. Ellos estaban predestinados a ser también
hijos de las estrellas. Cuando este mundo empezó a despertar
llegó sin embargo su fin.
-Claro,
el Maligno no podía soportar que nuestro Patrón le
concediera a esta reptiloide especie tan bendito tesoro. Pero con la
apariencia de sus mil tentáculos de ilusiones y el poder del
Conocimiento adquirido de todos los nacimientos y muertes continúa
disfrazándose entre tantos y tantos nombres... ¡Qué
lástima...! Casi todos cayeron en su trampa final de confusas
tinieblas a causa de una potestad invisible carente de carne y
hueso. Por supuesto que no superaron la prueba, pero aún no
han recibido toda su recompensa... ¿A dónde se los
llevará nuestro Humilde Señor...?
-No
lo sé. Tú jamás naciste aquí para
comprender su destino, aunque entonces supongo que yo también
fui engañado por algunos de sus numerosos y miserables
servidores sin escrúpulos antes de las bombas, pero... ¿y
a ti qué dónde irán o a qué planeta del
mal serán dejados querida...? No obstante, gracias mi unida
consorte por recordármelo...
-¿Recordarte
el qué...?
-Olvídalo
porque este inexorable día ya estaba además escrito. Mi
Ser única-Mente intuye abandonar esta malograda pocilga. Diez
mil años para el eterno Patrón se desprecian más
que una milésima de segundo...
-¿Y
entonces qué será de quiénes sobrevivan aquí...?
-Un
misterioso emperador que permanecerá bien oculto en este
humeante planeta vendrá con engañosas promesas de
seguridad para acabar por someterles como esclavos. Pero a los pocos
años muchos despiertos se rebelarán y un rey de los
crísticos volverá también desde el cielo para su
liberación en un día como hoy. Así comenzará
el tiempo en una nueva Tierra y en un nuevo lugar libre de radiación
después de que los señores de las sombras hayan agotado
la esperanza del Hombre Nuevo. Contará a partir del mes de las
flores.
Fue
entonces cuando ella se percató de mi presencia y girándose
hacia mi con enérgica decisión me advirtió con
furia:
-¿Qué haces aquí necio...? ¡Huye a la gruta azul de Seran! ¡No hay tiempo terrícola!
-¿Qué haces aquí necio...? ¡Huye a la gruta azul de Seran! ¡No hay tiempo terrícola!
¡Empiezan
en todo lugar los grandes juicios a los señores de las
sombras!
En
ese momento me hallaba paralizado. La bellísima mujer de larga
figura y brillantes cabellos de oro cambió su tono al de un
agudísimo trueno que me pareció hasta demoníaco. Tampoco
pude entender aquello de la "Gruta azul de Seran",
pero desde luego sí recuerdo bien como corrí asustado
con todas mis fuerzas hacia la parte contraria. No tenía otra
opción. Yo no veía más que luz blanca inundadora
por todas partes y mis pies parecían cansados, aplomados, como
si ese gigantesco "Imán" quisiera en todo momento
atraerme hacia arriba... Ni siquiera me dio tiempo a creer que esta
grandiosa imagen se experimentara tan inverosímil. Por el
contrario... no dejaba de sentir como el tiempo y el espacio se
habían detenido concentrados en un instante de luz, de
inextinguible Luz...
La
última escena onírica se desarrolla dentro de una cueva
en lo alto de una colina donde muchos intentaban hallar refugio y
como a través de un agujero de luz apareció de repente
la mirada de uno de los alienígenas con ojos de pupilas
cambiantes que fijaban la mirada en mi. En ese justo momento despierto y
a los pies de mi alcoba se hallaba frente a mi un andrógino de
gran corpulencia e indumentaria gris brillante que a pesar de mis efusivas advertencias tardó varios segundos en marcharse de allí.
Este ser de borrada faz me sonreía con inmensa felicidad y
sólo se podían vislumbrar sus fascinantes rasgos
luminosos. No parecía por supuesto de este mundo conocido y se
esfumó como un remolino hacia un punto brillante de la sala.
Esto
sucedió hace más de diez años. En el tintero de las revelaciones extraordinarias guardo otras muchas cosas que en mis textos sin censura por amor a la prudencia no contaré... No obstante, por
si acaso... creo ya oportuno dejar reflejado aquí algunos de los desgraciados y luego venturosos hechos que acontecerán. Pero recuerda que son los sueños quienes nos roban sacros secretos,
nos transforman en navegantes de remotas fantasías e intentan
ocultarnos que son en realidad nuestros mejores profetas./|\
Juan Carlos Pérez (Solramus) /|\ Mayo del año 2013